La vida en tiempos de pandemia: La pandemia airea la pobreza crónica

Trabajadores en ERTE, desempleados temporales o de larga duración y personas indocumentadas en trámite de regularización son los grupos de personas que están demandando estos días comida para sobrevivir en instituciones como El Refugio.

Trabajadores de El Refugio reparten lotes de comida a personas en situación de pobreza crónica
Trabajadores de El Refugio reparten lotes de comida a personas en situación de pobreza crónica.
Gervasio Sánchez

El grave impacto económico de la pandemia del coronavirus comienza a sacar a la superficie la pobreza cronificada entre los sectores más vulnerables. En las últimas semanas miles de personas han comenzado a depender de la ayuda urgente de entidades beneficiarias como la Hermandad El Refugio, creada en Zaragoza hace 378 años.

Óscar Moreno (46 años), con 20 años de experiencia en esta institución y trabajador social desde hace seis años, afirma que desde principios de abril se han disparado las solicitudes con una media de cinco diarias y se ha tenido que admitir a 200 familias nuevas como beneficiarias, unas 700 personas más, que suponen un incremento de un 35%.

Divide los nuevos beneficiarios en cuatro grupos. El primero está formado por trabajadores en ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) que "no habían cobrado las prestaciones sociales al menos hasta el 7 de mayo y que tienen a su cargo hijos o personas dependientes".

El segundo grupo incluye a los desempleados que entre el 10 y el 14 de marzo "tenían contratos temporales y se quedaron sin trabajo antes de que entrasen en vigor las medidas de urgencia aprobadas por el Gobierno central tras la declaración del estado de alarma".

"Aunque me crié en una familia de 14 hermanos y en un barrio violento, no me siento cómodo solicitando ayuda para comer"

Un tercer grupo es el de los "desempleados de larga duración que han visto cómo su situación de penuria socioeconómica se ha agravado desde que empezó la pandemia". Y el cuarto, muy numeroso, sería el de las "personas indocumentadas, especialmente empleadas de hogar que se han quedado sin ingresos en B".

El trabajador social aclara que muchos de estos nuevos beneficiarios son personas extranjeras documentadas o que están tramitando su regularización y que acuden por primera vez a El Refugio porque "no tienen qué comer, viven hacinados con sus familias en habitaciones alquiladas por las que abonan entre 150 y 200 euros, trabajaban unas pocas horas al mes y tenían ingresos de 300 y 400 euros con los que iban tirando". Muchas de estas personas cuidaban a personas de la tercera edad y "aceptaban lo que les pagasen".

Trabajadores de El Refugio reparten lotes de comida a personas en situación de pobreza crónica.
Trabajadores de El Refugio reparten lotes de comida a personas en situación de pobreza crónica.
Gervasio Sánchez

Se ha encontrado con personas desesperadas que se levantan a cerrar la puerta de su despacho e "inmediatamente se echan a llorar porque no tienen nada que comer". Casi siempre son mujeres ya que "los hombres sienten más vergüenza y no quieren dar la cara". "En los dos primeros días de esta semana he aprobado 16 nuevas tarjetas que suponen ayuda directa en comida para 50 personas. Nos ha llegado una familia de nueve miembros compuesta de un matrimonio, dos abuelos y cincos hijos, el menor nacido este año", explica Óscar, que añade sin dudarlo que "se ha incrementado el número de solicitudes a El Refugio por la paralización de los servicios sociales del Ayuntamiento".

El trabajador social tiene muy claro que "nadie viene a pedir por pedir". Se trata de personas en una grave situación de vulnerabilidad. "¿Qué les decimos? ¿Que se vayan a su país? Nuestros trabajadores han conocido a personas que fueron compañeros suyos en el pasado y ahora dependen de la beneficencia", explica Óscar

El gerente, Ernesto Millán, afirma que El Refugio ha recibido muchos donativos y muestra su satisfacción porque han conseguido vía transferencias o pagos telefónicos un 92% de la recaudación que solían tener en su tradicional colecta de cada Jueves Santo que tuvieron que suspender este año por culpa del virus. Y tiene palabras de agradecimiento para todas las personas que han ayudado, incluido "un abuelito que nos donó cinco euros con gran esfuerzo".

"Lo gordo está por venir. Nos tememos que los peores meses llegarán después del verano"

El Refugio recibe cada año unas 100 toneladas de alimentos del Fondo de Ayuda Europeo para las Personas más Desfavorecidas y unos 1.500 kilos cada quince días de frutas y verduras del Fondo Español de Garantía Agraria. Una parte la utilizan para autoconsumo, porque en él viven sesenta transeúntes permanentemente, veinte de los cuales llegaron el viernes por la mañana tras el cierre del polideportivo de Tenerías.

Sin contratos y sin ingresos

El hombre de 62 años, venezolano y que lleva en España desde febrero de 2019, ha ido a recoger su lote de comida y explica: "Vivimos cuatro personas, incluida mi hija de 14 años, en una casa por la que pagamos un alquiler de 580 euros". Se gastaron todos los ahorros durante los primeros meses y nunca han podido trabajar dos jornadas laborales completas en la casa. "Mi esposa trabaja doce horas semanales y a mí me iban a hacer en abril un contrato de seis meses que se ha aplazado por la pandemia", cuenta.

La mujer de 57 años es una viuda dominicana que lleva doce años en Zaragoza y cobra una pensión de 370 euros con la que no puede pagar el alquiler de 450 euros, donde vive con su hijo y un sobrino, ambos en el paro. Dos veces por semana iba a limpiar una casa, pero desde que empezó la pandemia no la han vuelto a llamar.

El hombre, de 49 años, es cocinero, originario de la ciudad colombiana de Medellín y lleva 20 años en Zaragoza. Vive junto a su mujer, un hijo de cuatro años y una hija de 19 años de un primer matrimonio en un piso por el que paga 520 euros. Ha cobrado 786 euros del ERTE, pero su mujer, repostera en una conocida cadena de supermercados, se ha quedado sin trabajo.

"Vivimos en la incertidumbre. En el restaurante en el que trabajaba ya nos han avisado de que algunos de los 22 empleados no podrán incorporarse por las restricciones en el movimiento de los clientes que se van a producir en los próximos meses", explica. "Aunque me crié en una familia de 14 hermanos y en un barrio muy violento, no me siento cómodo solicitando ayuda para comer", cuenta después de reconocer que es la primera vez que se enfrenta a una situación parecida después de "muchos años de sobrevivir en la ciudad".

Trabajadores de El Refugio reparten lotes de comida a personas en situación de pobreza crónica.
Trabajadores de El Refugio reparten lotes de comida a personas en situación de pobreza crónica.
Gervasio Sánchez

La señora de 51 años es ucraniana, lleva dos meses sin pagar el alquiler de 350 euros y trabajaba cuatro horas al día en negro a seis euros la hora. Otra señora es brasileña de 31 años en situación irregular desde que llegó hace un año y ocho meses con sus dos hijas de 11 y 3 años. Ingresaba 32 euros a la semana por cuatro horas de trabajo y lleva desde el 13 de marzo sin ingresos. Aunque recibía ayudas de comedor para sus hijas y algún cheque de compra. "Nunca he estado tan mal como ahora", dice.

José Ignacio Alfaro (69 años), presidente del Banco de Alimentos, asegura que ya se está ayudando a unas 3.000 personas nuevas en la capital y en la provincia de Zaragoza, la mitad extranjeras que vivían de la economía sumergida. Antiguas asociaciones que recibían aportes de esta institución en el pasado y otras cuatro nuevas se han dado de alta en las últimas semanas para recibir alimentos con urgencia. Es muy pesimista: "Lo gordo está por venir. Nos tememos que los peores meses llegarán después del verano. Podremos llegar a la misma situación terrible que vivimos en 2012 y 2013 durante la profunda crisis económica".

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