zaragoza
Las calles de Zaragoza se vuelven a llenar a la hora del paseo
A la espera de la llegada de la fase 1 mañana y la apertura de las terrazas, los parques y vías de la capital se llenaron de viandantes, con algunos momentos de saturación.
En la ribera del Ebro, había que esquivar a los 'runners' más acelerados o a los viandantes más decididos. Superadas las 20.00, hora del deporte y el paseo, el entorno del puente de Piedra era un bullir de personas que aprovechaban el agradable fresco de la tarde para ejercitar los músculos. Ese era uno de los puntos en el que mantener los dos metros de distancia de seguridad era una quimera, aunque se quisiera. Solo la lluvia de última hora posibilitó el distanciamiento.
Por allí estaba Fernando Villanueva, que iniciaba su paseo vespertino por las riberas del río. "Está todo excesivamente animado", decía. "La colaboración es baja, la gente no guarda la distancia", asumía resignado, mientras expresaba su preocupación por lo que se avecina el lunes. "La confusión es total. A ver a qué hora se puede ir a la terraza", comentaba.
La calle de Don Jaime I también habían recuperado una aparente normalidad solo rota por las mascarillas de los viandantes. Casi nadie respetaba las indicaciones en el suelo para dirigir a los peatones y no era sencillo guardar las distancias. En la trasera del Principal, Sonia Serrano y su madre, Mari Luz García, se daban un descanso tras un rato de paseo. "La gente tiene conciencia pero cuesta llevarlo a cabo en un ambiente tan social", decía Sonia, que estuvo 29 días confinada por dar positivo por coronavirus. Ya se ha curado, pero no se le ha ido el miedo.
En la plaza de la Seo unos agentes reprendían a unos 'skaters', mientras que en la fila en una heladería de Don Jaime I la distancia de seguridad simplemente no existía. Solo una tos aislada movía un poco al personal. En muchos paseantes, se extendía que "el desconfinamiento es total".
El paseo de la Independencia, una de las 16 calles peatonalizadas este fin de semana por el Ayuntamiento, el ambiente era más desahogado. Parejas, algún ciclista o patinadores configuraban el nuevo paisaje urbano. En un banco estaban Antonio Yáñez y Gloria Fraile. "La gente no guarda la distancia, nos hemos relajado", decía ella. Y él zanjaba: "La gente hace lo que puede porque está cansada de todo".
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