desescalada

Los peluqueros vuelven a medio gas: "Hoy nos tocará solucionar muchos desastres"

La posibilidad de abrir ha pillado a los salones a contrapié: muchos aún esperan para adaptarse a la normativa. En los que han subido la persiana, con muchas medidas de seguridad, las ganas de arreglar los desaguisados con el tinte y los cortes caseros pueden al miedo al contagio.

Las peluquerías han abierto sus puertas este lunes en Zaragoza con fuertes medidas de higiene, cita previa y listas de espera. En estos primeros días van a tener que "corregir muchos desastres" de los que se han atrevido a coger la tijera durante la cuarentena.

Maribel: 68 años, 45 días sin salir de casa. Pero ni la intimidad del hogar apaciguó la desazón que le producía la visión de sus crecientes raíces. Así que le encargó a la mujer de su portero que le comprara un tinte rubio claro... "Y está completamente oscura", tercia Ana Tolosana, la estilista encargada de devolver a su primera clienta post-confinamiento el color original de su pelo. "Pero no me ha renegado", dice por lo bajinis Maribel de su comprensiva peluquera.

Ana regenta desde el pasado mes de octubre el salón de peluquería Anika's, en la zaragozana calle de San Lorenzo. Desde que el pasado martes supo que las peluquerías podían reabrir se ha aprovisionado de mascarillas, gel desinfectante, patucos y todo lo necesario para evitar al máximo la transmisión del coronavirus, pero cuenta que "ayer (por el domingo) estuve hasta las 23.30 esperando la publicación de la norma en el BOE".

En su caso, hay una mezcla entre ilusión y 'a la fuerza ahorcan': "Menos dinero hago en casa y en algún momento habrá que volver", se dice. En su caso, trabaja ella sola y le salen las cuentas y eso que: "Hoy voy a trabajar de 10 a 21 para cinco clientes, un día normal atendería a unos 12".

"¡Lo necesitaba, llevaba casi 50 días en mallas y con el moño!". María, clienta de la peluquería Paula Durán

Sin cifras oficiales, un paseo por el Casco Histórico de Zaragoza mostraba a ojo de buen cubero que muchos salones de peluquería están aún cerrados.

El caso es que la normativa exige que cada empleado de la peluquería atienda a una sola clienta: "De normal podría cortar a una mientras espero al tinte de otra", explica Ana. Pero hay otro factor añadido que influye en la capacidad de atender: "Estos días no sabes lo que te van a encontrar para corregir, la gente viene con cortes y tintes caseros que hay que revertir, con lo que hay trabajos en los que se va a tener que invertir mucho más tiempo de lo normal".

"A mí ya me están avisando de los desastres por teléfono: ¡Hay clientas que hasta se han decolorado", cuenta Paula Durán, quien acaba de reabrir su salón también en la calle de San Lorenzo. No puede estar más animada. Mientras hace unas cejas, asegura que "estoy positiva, con ganas e ilusión, sin miedo". Y lanza un mensaje de tranquilidad: "Son muchos días y las tijeras y los tintes caseros han ido que vuelan. A ver, yo lo entiendo, soy mujer. Pero que sepa la gente que todo tiene arreglo".

"Que sepa la gente que todo tiene arreglo". Paula Durán, peluquera

Entre trasquilones y tintes que iban para rubio y acabaron en moreno, también hay quien ha resistido, eso sí, con mucha fuerza de voluntad: "Nunca había estado tanto tiempo sin cortarme el pelo, he tenido tentación de la maquinilla pero lo he superado", dice José Villafranca, con el corte bien pulido tras salir de un Marco Aldany de la calle de Don Jaime. Para él, la experiencia ha sido "rara". "Lo más complicado ha sido la mascarilla, sujetármela mientras te lavan,y en algunos momento del corte, pero el lunes que viene empiezo a trabajar y hay que estar presentable".

En la peluquería de Paula Durán, María tiene la melena llena de las platas de las mechas. Para ella es una cuestión de imagen y algo más: "¡Lo necesitaba, llevaba casi 50 días en mallas y con el moño!".

En general, en las peluquerías que se han animado a abrir predominan las ganas de salir adelante, de entrar en una cierta normalidad, pero eso no quita para que la incertidumbre sea la tónica general, así como cierta confusión.

"Hoy voy a trabajar todo el día para cinco clientas, de normal tendría 12". Ana Tolosana, peluquera

En todas hay mascarillas, geles hidroalcohólicos, guantes y se respeta la distancia social y la ratio de un cliente, un peluquero. Si bien, de momento, en la mayoría no hay mamparas. También es verdad que, en general, entre la clientela han podido las ganas de recuperar la imagen que la aprensión. Otra de las cuestiones que preocupan en el sector, sobre todo en las peluquerías más grandes, empleados, es el tema de los ERTES.

José Luis Pérez Barreu, por ejemplo, regenta diez locales de Marco Aldany en Zaragoza. En el de Don Jaime tenía a las 10.00 tres clientes. Uno por empleado. Pero explica que, por las dimensiones del local (de 100 metros cuadrados), podría tener más manteniendo igualmente la distancia.

Cuenta que la franquicia le da una seguridad y un paraguas normativo. En su caso, más allá de lo exigido en el BOE, han tenido que adaptarse con medidas extra: por ejemplo, dando cita previa cuando esta cadena se caracteriza, precisamente, por no darla, y restringiend el horario, antes abrían de 8.00 a 22.00 y, ahora, de 10.00 a 18.00.

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