EN PRIMERA PERSONA

Diario de un confinamiento: La pandemia y las distancias cortas

Día 22. Dicen que esta crisis saca lo mejor de nosotros mismos, pero yo –eso sí, bien perfumado de Brummel– lo sigo buscando.

Una combinación embriagadora e imbatible.
Una combinación embriagadora e imbatible.
Heraldo

Hay que esforzarse en rastrear historias positivas. Hay que buscar alguna luz dentro del drama. Quiero ser optimista pero las ‘buenas noticias’ de las que se hacen eco algunos blogs –esas de ‘valora los abrazos’– me dan hiperglucemia sin haber cocinado yo un mísero pastel estas tres semanas. Quiero ser optimista pero temo que, si me apunto a un curso de ganchillo ‘online’, mi propósito subyacente sea tejer una soga, eso sí, multicolor y muy ‘urban knitter’.

A ver, ¿qué estoy aprendiendo de esta pandemia? Toser encima del codo. Quizá mi jersey no lo agradezca mucho, pero yo aprovecho el momento para hacer el gesto de victoria de Usain Bolt (‘dabdance’ lo llamaban) y permanezco un rato petrificado. Pienso en lo mucho –jeseys con mocos aparte– que estoy ahorrando en lavadoras. Bueno, y en tiempo invertido en no planchar... ni hablamos.

Un ingenioso tuitero dice que durante el encierro se ducha y se da un ‘golpecito’ de Brummel porque "nunca se sabe"… Tengo diez o doce botes desperdigados por la casa porque mi abuela tenía fe a esa colonia y en cada cumpleaños aumentaba mi colección. Miento. Hubo una temporada en que rivalizó con Varón Dandy, pero Bummel, árbitro de la elegancia con su olor a cuero viejo, ganó la batalla. Podría ganársela también al maldito covid y, de hecho, me pregunto si no tendrá propiedades retrovirales. Recuerdo su eslogan ("un hombre se la juega en las distancias cortas") y, claro, ahora que nos imponen dos metros mínimos de seguridad...

Dicen que la pandemia saca lo mejor de nosotros mismos, pero yo lo sigo buscando. Mis padres tienen mucha suerte, pues me cuentan que un vecino –que debe trabajar en la fábrica de Willy Wonka– les llena todos los días el buzón de Huesitos. ¡Pero qué mal repartido está el mundo! Qué gesto tan amable y ya me dirán qué hace mi madre, ¡que es diabética! 

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