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El tejido vecinal de Casablanca cumple 30 años pero la fiesta se tiene que aplazar

La Asociación de Vecinos Tomás Pelayo cumple tres décadas de actividad y sus principales reivindicaciones se centran en el ensanchamiento de las aceras de muchas de sus calles.

Explanada del Embarcadero, en Casablanca.
Solar del Embarcadero, en Casablanca, donde aparcan muchos coches el barrio.
Heraldo

La Asociación de Vecinos Tomás Pelayo del barrio de Casablanca está de aniversario. Se cumplen 30 años desde su creación en 1990 y, pese a que las celebraciones ya estaban programadas para el mes de mayo, es muy probable que tengan que aplazarse.

A lo largo de estas tres décadas de trabajo comunitario “el barrio ha cambiado mucho, en general, para mejor”, reconoce Gonzalo Martínez, presidente del colectivo. Y es que, como ocurrió en muchos otros barrios de la capital aragonesa, cuando surgieron las primeras asociaciones de vecinos sus demandas se centraban en conseguir equipamientos básicos para los ciudadanos. “El objetivo era que se hicieran cosas como el centro cívico, el centro de salud, la pista de fútbol sala…” comenta José Lázaro, secretario de la entidad.

En el listado de logros de la asociación también figura la reparación de la Fuente de los Incrédulos que la Confederación Hidrográfica del Ebro la restauró en 2013 invirtiendo cerca de 35.000 euros, el arreglo y asfaltado de la calle El Greco o la reforma de calles como La Vía o Tomás Pelayo, entre otras actuaciones.

Las reivindicaciones actuales de la asociación pasan ahora por el arreglo y ensanchamiento de muchas aceras del barrio que resultan demasiado estrechas. “Las aceras de las calles que no se han tocado no tienen más de un metro de anchura. Una persona con un niño de la mano no cabe, y tampoco se pueden cruzar dos carritos o sillas de ruedas”, comenta Lázaro.

Además, insisten en la necesidad de terminar de asfaltar el solar de la calle Embarcadero para evitar los grandes charcos que se forman cuando llueve. Este espacio es utilizado por más de 400 coches para aparcar a diario. “Muchas veces está lleno al completo. A parte de que hay muchas casas que no tienen garajes porque son antiguas, también viene a aparcar gente desde otros puntos de la ciudad para coger el tranvía o el autobús e ir al centro”, señala.

Lo que sí que consiguieron hace poco más de dos años con una partida de 68.000 euros gracias a los presupuestos participativos fue la instalación de alumbrado en esa zona que carecía de iluminación propia.

“El movimiento vecinal ha ido perdiendo fuerza”

Pese a que en Casablanca el movimiento vecinal sigue gozando de buena salud -la asociación cuenta con más de 700 socios-, Lázaro considera que ha ido perdiendo fuerza a medida que se conseguían servicios e infraestructuras. “Hace unos 20 o 30 años los movimientos vecinales tenían mucho empuje. Ahora, como ya se han hecho cosas, han decaído un poco”, comenta.

La falta de relevo es otro de los problemas a los que se enfrentan las asociaciones. En Valdespartera y Arcosur ya advirtieron hace unos meses que de no involucrarse más personas las entidades podrían llegar a desaparecer, y Casablanca no es una excepción. “En la junta de la asociación somos alrededor de diez, pero somos ya mayores. La gente joven no se apunta a estas cosas”, lamenta el secretario.

A pesar de ello, los miembros de la asociación tienen previsto celebrar por todo lo alto su treinta aniversario. Eso sí, cuando la situación lo permita. “Los actos iban a ser en mayo, pero veremos qué pasa”, apuntan.

La idea es entregar a los 30 integrantes más antiguos de la asociación unas placas conmemorativas, y organizar campeonatos de petanca y ajedrez, entre otros. “También íbamos a hacer una exposición de fotos antiguas del barrio y de los 30 años de la asociación en el centro cívico”, concluye Lázaro, que espera que pronto puedan retomar la actividad habitual y celebrar las tres décadas que llevan cuidando de Casablanca.

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