LA VIDA EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Crónica de un periodista en la crisis del coronavirus: Hasta el infinito y más allá

Gervasio Sánchez va a llevar a cabo la cobertura de la pandemia del coronavirus para HERALDO. En esta primera entrega se centra en la situación actual y en cómo afecta al periodismo y al ecosistema de la redacción.

Un solitario viandante por las calles de una Zaragoza casi clausurada.
Un solitario viandante por las calles de una Zaragoza casi clausurada.
Gervasio Sánchez

Es la primera vez que empiezo una cobertura sin saber cuándo la acabaré. He cubierto guerras, epidemias, desastres naturales. Salir de mi casa cargado con 60 kilos y regresar cuarenta, cincuenta días después con varios de kilos de menos y con la moral por los suelos.

Hace casi un cuarto de siglo tuve que hacer cuarentena en mi casa al regresar de cubrir la epidemia de ébola en el Zaire del dictador Mobutu (hoy República Democrática del Congo). Fui discreto porque odio la teatralización en el periodismo. También, por aquellos años, vi morir en directo a centenares de ruandeses por el cólera.

He tenido que suspender un viaje a Colombia que empezaba hoy. Ajustar mi agenda de todo el mes de abril (solo los optimistas creen que una pandemia tiene fecha de caducidad). Y me preparo para atrasar viajes previstos a Iraq en mayo y Camboya en junio. Espero que con esto baste y en julio podamos hacer vida más o menos normal. Con exámenes de selectividad y universitarios a 40 grados a la sombra y viendo al Zaragoza subir a primera en agosto.

El lunes empecé 'El jinete pálido', de Laura Spinney. La introducción me dejó sin palabras: “La gripe española infectó a una de cada tres personas del planeta, a 500 millones de seres humanos. Entre el primer caso registrado el 4 de marzo de 1918 y el último, en algún momento de marzo de 1920, mató entre 50 y 100 millones de personas, o a entre el 2,5% y el 5% de la población mundial, una variación que refleja la incertidumbre que aún la rodea”. La escritora recordaba que “la mayoría de las muertes se produjeron en solo trece semanas, desde setiembre hasta mediados de diciembre de 1918”.

Sí, en lo que dura un trimestre escolar, había desaparecido de un plumazo decenas de millones de personas en un mundo exhausto tras una terrible guerra mundial. Iba a empezar el primer capítulo titulado 'Toses y estornudos' cuando cerré el libro con cierta angustia, llamé al director de Heraldo de Aragón y le pedí que me diera espacio para escribir este serial. Sentí que era mejor ver con mis propios ojos lo que ocurre en la pandemia actual que sumergirme en la descripción de la que se sufrió hace un siglo.

Lo hice para relativizar, una estrategia que los periodistas acostumbrados a cubrir guerras y desastres utilizamos para sobreponernos a los que se nos viene encima cuando llegamos a lugares desbordados de violencia. Escogemos de nuestra memoria lo peor que vivimos en el pasado y lo utilizamos como parapeto para defendernos de los impactos que vamos a recibir.

Un día de 1994 abandoné la guerra de Bosnia-Herzegovina y el cerco de Sarajevo para trasladarme a la región de los Grandes Lagos y cubrir la pandemia de violencia en Ruanda. Pensaba que lo había visto todo en mi primera década de experiencia bélica. Desde entonces todo cambió. En los peores momentos de mi vida profesional siempre utilizo el comodín de Ruanda para relativizar lo que estoy observando. Me sirve para no dejarme atrapar por el estrés y perder la batalla de la estabilidad emocional.

En mi primera mañana me dirijo a pie a Heraldo de Aragón. El jefe de fotografía me ha dejado en la recepción un sobre con dos parejas de guantes y una funda de plástico para colgarme al cuello mis acreditaciones de prensa. Quiero salir rápido a callejear, pero me entretengo un buen rato.

Demos gracias a los sanitarios, pero también a los barrenderos, a las mujeres de la limpieza, a personas que no se pueden quedar en casa"

Demos gracias a los sanitarios, pero también a los barrenderos, a las mujeres de la limpieza, a personas que no se pueden quedar en casa porque son imprescindibles”, comenta Roberto Lapeña, vigilante de seguridad que lleva 30 años trabajando en el diario. En estos días de cuarentena también hace de recepcionista y contesta a todas las llamadas.

Aunque no miro el reloj sé que son las nueve de la mañana porque Juan Uruen, el hombre de mantenimiento, atraviesa la entrada con un “nos van a joder la liga a este paso”. He pasado horas hablando con él de fútbol, es hincha del Zaragoza desde que nació y en los últimos años no recibe más que decepciones de su equipo del alma. “Nunca llegué a imaginar que pasearía por una ciudad fantasma. Parece un escenario cinematográfico de una película de terror”, me dice con inquietud.

Adela Rodriguez, del equipo de limpieza, es la responsable de desinfectar los picaportes de las puertas, los ascensores, teclados de ordenadores, teléfonos fijos y móviles. “Es muy doloroso. Ni siquiera en las huelgas generales de mi país se veía tan poca gente en la calle. Me da miedo el impacto económico que vamos a sufrir”, explica esta dominicana que lleva 15 años en nuestra ciudad.

Los responsables de informática de Heraldo de Aragón.
Los responsables de informática y sistemas de Heraldo de Aragón.
Gervasio Sánchez

Los milagros de la informática

Todas las plantas de Heraldo de Aragón están vacías menos la zona de informática, que conozco muy bien porque me han enseñado durante tres décadas a utilizar mis portátiles y los diferentes teléfonos satélites que he utilizado zonas remotas del mundo. Un día estaba en Iraq cuando se me bloqueó el ordenador. Ni los bombardeos más imprevisibles me han provocado más angustia que una situación similar. Ese día vi cómo se movía el cursor sin que yo lo tocara hasta que me resolvieron el problema. Los listos dirán que eso es fácil, pero a mí me pareció magia.

Es una sección a la que he dado mucho la tabarra y siempre me han tratado con una profesionalidad exquisita. En un Whatsapp se hace la siguiente reflexión burlona: “Salimos todos a aplaudir al balcón para animar a esos informáticos que tienen el marrón de transformar una empresa del medioveo en una del siglo XXI en un fin de semana”.

Han trabajado como auténticos héroes anónimos para conseguir que todos los empleados de la empresa puedan trabajar desde sus casas cuando hasta hace una semana dos terceras partes de la plantilla no lo habían hecho nunca. “El aluvión de llamadas por desconocimiento y la urgencia duró hasta ayer lunes. Parece que todo el mundo se ha ido acomodando a la nueva situación”, cuenta Jesús Viñuales, director de Tecnología.

El jueves 12 de marzo la web de HERALDO batió su record histórico con 847.764 usuarios únicos mientras '20minutos', otra cabecera del grupo, pulverizó el suyo el viernes 13 de marzo con 4.670.128 personas distintas. El día que más tráfico suele haber es el 22 de diciembre, el día de la lotería de Navidad. '20minutos' superó los cuatro millones de usuarios y Heraldo.es se acercó a los 467.000 en 2019.

Con la venia quiero descubrirme ante este equipazo que ha conseguido en tiempo record llevar a la empresa hasta el infinito y más allá en tiempos de pandemia: Vicente Martínez, gerente de sistemas, Rosendo Adiego, jefe del equipo de sistemas, Alberto Arbona, Francisco Orce, José Maria Fúnez, David Floria, Javier Ballano, Goyo Juez, Juan Manuel Sanz, Eva Salobreña. Sin ellos informar sería más difícil o imposible.

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