tribunales en zaragoza

Juzgado el vecino de Magallón que rompió su casa a martillazos

Le acusan de delitos de maltrato habitual a su exmujer y sus dos hijos y piden para él penas de hasta 9 años de cárcel. 

El acusado, durante la vista que se celebró en marzo de 2018 para decidir su puesta en libertad.
El acusado, durante la vista que se celebró en marzo de 2018 para decidir su puesta en libertad.
Oliver Duch

Wieslaw K. T., detenido en 2018 en Magallón por amenazar a su exmujer y a su hijo pequeño, destrozar a golpe de martillo la vivienda familiar y atrincherarse en otra casa de la localidad hasta que la Guardia Civil lo redujo fue juzgado este martes en Zaragoza.

El acusado se enfrenta a penas de prisión por delitos de maltrato habitual por violencia de género, amenazas menos graves, lesiones leves, contra la integridad moral y daños, así como injurias leves. La Fiscalía pidió para él penas de prisión que suman cuatro años y siete meses mientras que la acusación particular, a cargo de la abogada Amparo Romero Pascual, solicitó nueve años.

El abogado defensor, Marco Antonio Navarro, reclamó la absolución. Su cliente solo reconoció que destrozó su casa porque estaba "mal" después de que su expareja le rociara la cara con de gas pimienta. Negó que hubiera maltratado a su exmujer ni que la llamara con frecuencia "puta" y "zorra". Aunque reconocio que igual la insultó "una vez" porque, según él, se veía con "otros hombres", pero añadió que "nunca" le levantó la mano.  

Wieslaw K. T. y su esposa llevaban casados 19 años cuando a finales de 2017 se separaron. La mujer relató la primera agresión la sufrió poco tiempo después de casarse y que durante toda la convivencia sufrió menosprecios, insultos, amenazas, zarandeos y golpes que nunca denunció.

"Una se acostumbra a esto y no le da importancia. Llegas a pensar que te lo mereces", declaró. Añadió que los malos tratos también los sufrían sus dos hijos en forma de castigos físicos –golpes con un cinturón o con cables– y amenazas de muerte. Los dos jóvenes ratificaron ayer sus palabras y añadieron que cuando se enfadaba les rompía el móvil o la tablet, los dejaba sin comer o los sacaba a rastras a la calle y los dejaba fuera de casa.

Uno de estos episodios que se saldó con una condena de alejamiento del domicilio familiar. Un mes después de cumplir la medida, se presentó en su casa de Magallón para recoger unas pertenencias. Según la mujer, su hijo pequeño y el abuelo de este que en ese día estaba en la vivienda, nada más llegar comenzó a decir que eran todos unos "hijos de puta" porque le habían echado de casa y empezó a discutir con el adolescente. Su madre, que llevaba el móvil en una mano y un bote de gas pimienta en el bolsillo, intercedió por él.

"De pronto vio el móvil, pensó que lo estaba grabando y vino a por mi. Le rocié con el espray, cogí a mi hijo, me fui con él a la calle y llamé a la Guardia Civil", declaró.

Dentro, Wieslaw K. T. cogió un martillo y empezó a romper puertas, cristales, muebles, espejos, la vitrocerámica y hasta la ducha y el retrete. Cuando se le rompió la herramienta, agarró un cuchillo y siguió dañando la casa. Terminó dando golpes con una bombona de camping gas. Cuando salió de la vivienda, se fue a otra y se atrincheró con un cuchillo, con el que amenazó con agredir a los agentes de la Guardia Civil y con matarse. 

Según el informe psicológico y social, Wieslaw K. T. es narcisista, soberbio, no hace autocrítica ni se arrepiente de nada, tiene poca tolerancia a la frustración y responsabiliza a su mujer y sus hijos de su situación actual. "Reconoce que agrede, insulta o amenaza, pero siempre dice que lo hace 'aisladamente", expuso la abogada de la acusación. 

La psicóloga y la trabajadora social lo describen como una persona celosa y suspicaz, algo que le sirve para justificar que "tiene que controlar" a su mujer.

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