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El 'no es no' se cuela por primera vez en una sentencia por violación en Zaragoza

Seis años de cárcel por traspasar la "frontera" que va del placer consentido a la violación. La víctima admitió en el juicio que fue voluntariamente a un hotel con un joven al que luego acusó de agresión sexual

El acusado, durante el juicio celebrado en la Audiencia de Zaragoza.
El acusado, durante el juicio celebrado en la Audiencia de Zaragoza.
HA

El ‘no es no’ ha dejado de ser una reivindicación feminista contra la violencia sexual para colarse por primera vez y literalmente en una sentencia de la Audiencia de Zaragoza. De hecho, la Sección Tercera acaba de recurrir a esta expresión, que destaca con mayúsculas en el texto, para recordar que a veces existe una "delgada línea" que separa lo lícito de lo ilícito, el placer consentido del ataque a la libertad sexual con la consiguiente humillación de la víctima. Y es precisamente por traspasar esa "frontera" por lo que el tribunal condena a José Antonio P. M. a seis años de prisión, cinco de libertad vigilada y el abono de una indemnización de 6.000 euros.

Los hechos que llevaron a este joven de 20 años al banquillo se produjeron en la mañana del 10 de diciembre de 2018 en un hotel de carretera ubicado en Cadrete que ofrece habitaciones con jacuzzi a las que se accede directamente desde un garaje individual. Durante el juicio, la víctima admitió que le gustaba el acusado y que acudió allí de forma voluntaria.Es más, la chica declaró que "al principio, todo fue bien". Sin embargo, como recuerda el fallo de la Audiencia Provincial, del que ha sido ponente el magistrado Miguel Ángel López y López del Hierro, "en un momento determinado, José Antonio, con ánimo de satisfacer plenamente sus apetitos sexuales, propuso a la víctima una relación sexual completa a la que esta se negó".

La empujó contra el jacuzzi

Como manifestó en su día la denunciante y considera ahora probado el tribunal, el encausado reaccionó de forma violenta al «no» y empujó a la primera contra el ‘jacuzzi’ para arrojarla después encima de la cama. «La agarró por los brazos y el pelo sujetándola e inmovilizándola para, a continuación, despojarla de sus ropas y penetrarla vaginalmente venciendo su resistencia», señala en su sentencia la Audiencia de Zaragoza. Según esta, el agresor salió después al garaje para hacer una llamada telefónica, circunstancia que aprovechó la víctima para llamar a unos amigos y pedir que fueran a rescatarla.

Desde que fue denunciado, dos días después de los hechos, el acusado ha negado siempre que violara a la joven. Lo máximo que admitió durante la vista fue haberle podido causar alguna lesión. "Pero fue únicamente al tratar de sujetarla para que no me pegara, porque se me echó encima y no podía pararla", indicó. Según Antonio P. M., la joven reaccionó así movida por los celos al escuchar una conversación entre él y su entonces novia. "Si me hubiera pedido perdón igual no lo hubiera denunciado", acabó diciendo la denunciante durante la vista, palabras que llegaron a sembrar ciertas dudas sobre lo realmente sucedido.

Pero el tribunal lo ha tenido muy claro y considera que hay pruebas suficientes para condenar a prisión al acusado y obligarle, además, a someterse a un programa de respeto a la libertad sexual cuando cumpla su condena. Para los magistrados, dos conversaciones telefónicas aportadas a la causa probarían que hubo "dos momentos claramente diferenciados" durante el tiempo que acusado y víctima permanecieron en el hotel. En el primero, la relación transcurre "con plena satisfacción por parte de ambos", pero, tras la negativa de la chica a mantener relaciones, "la situación cambia de forma radical”. La defensa, a cargo de José Luis Melguizo, no comparte el criterio de la sala y recurrirá el fallo ante el Tribunal Superior de Justicia.

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