tribunales en Zaragoza

El acusado de violar a su vecina de La Puebla de Alfindén dice que fue un acto consentido

Los forenses confirman que la mujer, que hizo un relato totalmente distinto al del encausado, sufrió lesiones compatibles con una agresión sexual. El denunciado se enfrenta a penas de hasta 12 años de cárcel. 

El acusado, durante la vista celebrada este miércoles en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
El acusado, durante la vista celebrada este miércoles en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
Oliver Duch

Félix F. M., de 66 años y natural de La Puebla de Alfindén, negó este miércoles haber agredido sexualmente a una vecina de su calle, de 60 años, y dijo que lo que hubo fue unos tocamientos "consentidos"y "mutuos".

Todo lo contrario declaró la mujer y cuya versión fue avalada por el informe médico forense, el cual reveló que sufrió lesiones genitales y extragenitales compatibles con un ataque sexual, como plantearon las acusaciones. La víctima tenía importantes hematomas en los pechos y en la cara interna de los muslos y excoriaciones y arañazos en el introito vaginal y parte interna de los labios menores.

La Fiscalía solicita para el acusado 9 años de prisión, pena que la acusación particular, a cargo del abogado Javier Rodríguez, eleva a 12 años. El Ministerio Público reclama también una indemnización de 6.210 euros, cantidad que depositó el acusado antes de que comenzara el juicio, asegurándose de esta forma una atenuante por reparación del daño. Así lo planteó la defensa, la cual solicitó la absolución y, alternativamente, un año de cárcel por agresión sexual sin penetración.

Félix F. M., que solo contestó a su abogada, Carmen Sánchez, dijo que el 9 de febrero de 2019, sobre las 20.50, se encontró con su vecina, que le pidió un cigarro y charlaron una media hora en la puerta de la calle.

 "Me contó que quería dejar a su marido. Estábamos hablando y en estas me dio un beso en la mejilla y me echó mano. Al rato yo le toqué los pechos por encima de la ropa", manifestó. Según su versión, ella no se quejó y todo este episodio duró "dos minutos".

 Declaró que esa tarde había estado "cuatro horas"en el bar, se había bebido "diez cervezas"e iba embriagado. También que toma pastillas para la tensión y como efecto secundario le causan disfunción eréctil.

La mujer narró algo bien distinto. Como denunció la primera vez, nada más verla le preguntó si llegaba del hospital de visitar al "piltrafa"de su esposo. "Le dije que mi marido no era ninguna piltrafa. Me dio un cigarrillo, fumé una calada y lo tiré", contó. 

Luego, con la excusa de ayudarle a abrir el portón, le dio un empujón –"me pilló la mano con la puerta"–, la metió en la cochera, la tiró al suelo, se le puso encima, le tapó la boca para impedir sus gritos, le pegó bofetadas y estuvo durante una hora haciéndole tocamientos, pellizcándole y retorciéndole los pechos con violencia.

Según su relato, el hombre intentó desnudarla y se bajó también los pantalones, pero no pudo penetrarla porque no consiguió la necesaria erección, pero le introdujo un dedo en la vagina.

"El se dio cuenta de que no funcionaba y empezó a decir que esa noche me iba a follar. Comenzó a hablar y yo me di cuenta de que, siguiéndole la corriente, tenía una posibilidad de salir de allí. Hablé con él para convencerlo de que nos veríamos otro día. Al final cedió y me dijo que no le fallara, que se iba a tomar unas viagras y, luego me amenazó para que no dijera nada porque tenía amigos en el pueblo".

Al preguntarle sobre qué hablaron, recordó que él le dijo que se había enamorado de ella desde hacía dos años cuando la vio pasear con uno de sus hijos por la calle. 

La mujer logró que el acusado saliera de la casa y se fuera. "Me senté en el sofá y esperé a que llegaran las 9.00 para coger el autobús porque no tengo carné de concudir e ir al hospital. Tengo tres hijos pero en un primer momento no quise involucrarlos por miedo y porque, como madre, no sabía cómo iban a reaccionar y lo que podrían hacerle", explicó al tribunal de la Sección Tercera. "Y mi marido no estaba en condiciones de que le contara nada", apuntó. 

Por la mañana, tras estar toda la noche pensandose lo dijo a uno de ellos, que la fue a buscar y la llevó a la Maternidad del Miguel Servet y denunció los hechos ante la Guardia Civil. Las pruebas científicas practicadas en sus ropas y su cuerpo constataron la presencia de ADN del acusado en sus ropas y piel, pero no en la vagina.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión