ZARAGOZA

Las pinturas de Goya atraen 5.000 visitas al año a la cartuja del Aula Dei

Los cartujos donaron en 2012 el complejo declarado BIC a la comunidad religiosa Chemin Neuf. El Gobierno de Aragón realiza inspecciones periódicas.

Cécile Bourdeau muestra la iglesia a un grupo de estudiantes.
Cécile Bourdeau muestra la iglesia a un grupo de estudiantes.
Oliver Duch

Las grandes obras que Francisco de Goya pintó en 1774 cuando tenía 28 años y que se conservan en la iglesia de la cartuja del Aula Dei atraen cada año a 5.000 visitantes. Hay visitas guiadas todos los sábados a las 12.00 (la entrada general cuesta 5 euros), pero también acuden numerosos grupos durante la semana. Este complejo, ubicado en el barrio zaragozano de Peñaflor, bulle de actividad. No en vano en este edificio histórico, declarado Bien de Interés Cultural, residen en la actualidad 120 personas de 19 nacionalidades diferentes. Los monjes cartujos ocuparon este complejo desde 1563 hasta 2012, cuando lo donaron a la comunidad religiosa de origen francés Chemin Neuf, que estableció allí su centro de formación internacional. Desde su llegada, sus miembros acompañan a los visitantes en su recorrido por el templo y las antiguas estancias.

Esta orden católica con vocación ecuménica, con más de 2.000 integrantes en 30 países, es la propietaria legal desde hace siete años tanto del inmueble como de su contenido, con la obra de Goya incluida. El interés por este conjunto, y especialmente por las pinturas de Goya, motivó que desde 1998 los monjes cartujos permitieran las visitas, aunque fuera con grandes restricciones. En noviembre de ese año se inauguró el pasadizo que permitía el acceso, sin perturbar la vida monacal, a la iglesia. Hasta 2012, la entrada habitual a las dependencias se realizaba por este espacio, ideado para que las mujeres, a quienes la tradición de los cartujos vetaba el acceso al cenobio, pudieran entrar directamente al templo. La reina Sofía, de hecho, fue la primera mujer que entró en el claustro sin dispensa papal.

Los cartujos donaron el complejo en 2012 a la comunidad religiosa Chemin Neuf, que ha situado allí su centro de formación internacional.

Acuerdo con la DGA

El Consejo de Gobierno de mayo dio luz verde a un convenio de colaboración entre el Gobierno de Aragón y la comunidad religiosa Chemin Neuf que permitirá mejorar el horario de visitas a la cartuja y avanzar en el acondicionamiento de la zona de acogida de visitantes. En 2020 hay consignado presupuesto para actuaciones en este espacio.

Fuentes del Departamento de Patrimonio del Ejecutivo autonómico adelantan que los técnicos de la consejería llevan a cabo visitas periódicas al complejo y comprueban el estado de la cartuja y de las pinturas.

La comunidad recibe donaciones, aportaciones voluntarias y colaboraciones. Desde Chemin Neuf, dicen, quieren difundir su actividad y la cartuja. Todos los domingos celebran misa a las 12.00 abierta a todo el mundo. Desde que comenzaron a ocupar el inmueble han acondicionado unas 25 celdas de las 36 que existen, han instalado calefacción, mejorado los servicios básicos y cambiado tuberías así como reparado las estancias comunes. El trabajo, según explican dos de sus miembros, Frédéric Bourdeau y Mario Sebastián, «nunca termina».

Hasta Aula Dei llegan familias, matrimonios sin hijos, jóvenes o jubilados para participar en las clases de formación, que se imparten en francés y se traducen de forma simultánea a varios idiomas. La mayoría opta por pasar un trimestre, que termina ya este mes, y hay quien decide ampliar su estancia hasta junio. Mientras los adultos dedican su tiempo a estas sesiones, los niños –ahora hay unos 30 en edad escolar– asisten al colegio de San Mateo de Gállego. Varios padres se turnan para llevarlos en coches particulares hasta el centro. Regresan a partir de la 16.30, que es cuando terminan las clases y juegan en el jardín del claustro, donde han instalado un área infantil, o hacen los deberes en un cuarto acondicionado como biblioteca.

La formación del centro internacional se imparte por la mañana y por la tarde, pero mientras el ritmo no para. Sin perder de vista la vida comunitaria de oración, unos se encargan de atender la guardería, en una celda que se ha habilitado para los más pequeños, otros hacen las tareas domésticas y preparan la comida y hay quien se responsabiliza de guiar a las grupos por el patio de honor, la iglesia y las antiguas dependencias de los cartujos.

Las clases de formación se imparten en francés en la biblioteca de los cartujos con traducción simultánea al inglés, italiano y polaco.
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