Crimen machista en zaragoza

Los forenses resaltan la frialdad y falta de empatía del acusado de asesinar a su mujer en Las Delicias

Descartan por completo una muerte accidental y afirman que utilizó una "enorme" fuerza para quitarle la vida

David Pellicer, durante la sesión del juicio celebrada en la Audiencia este martes.
David Pellicer, durante la sesión del juicio celebrada en la Audiencia.
José Miguel Marco

David Pellicer Criado, de 41 años, no mostró ningún tipo de empatía, tristeza ni arrepentimiento por haber matado a la mujer que había sido su compañera de vida durante 17 años y con la que tenía una hija de 10. A las 5.05, unas cuatro horas después de cometer el crimen, se sentó en las escaleras de la Jefatura Superior de Policía y a los agentes que salieron a hablar con él les dijo que había "discutido" con Raquel D. y le había "pegado".

 Aunque minutos después añadió: "Yo creo no está viva. La he matado". Y aún llegó a precisar más: "La he estrangulado. Estábamos los dos en la cama. La he matado a la una".

A las 9.00 de la mañana, cuando lo llevaron al hospital tras indicar que se había tomado un gramo de cocaína, otro de anfetamina, siete u ocho de marihuana, diez antidepresivos, quince somníferos y diez cervezas, a los médicos les llamó la atención lo "consciente", "orientado" y "tranquilo" que estaba. Sobre todo, para lo que decía que había consumido.

Ni su estado anímico ni físico revelaban que poco antes había causado la muerte a su compañera."Sorprende su frialdad emocional y la falta de empatía con la persona fallecida", dijeron ayer en el juicio por el crimen de Las Delicias los forenses que examinaron al acusado y practicaron la autopsia a la víctima. 

Estos pusieron también de relieve la "memoria selectiva" que demostró David Pellicer al relatar los hechos. En especial, porque se acordaba de todo lo ocurrido antes y después del crimen, pero no del momento exacto en que lo cometió.

Los médicos se quedaron impresionados por la brutalidad empleada: "En casi 40 años de experiencia no habíamos visto nada así", manifestó Juan Antonio Cobo. En concreto, tanto él como su compañero, Paulino Querol, se refirieron a la "enorme" fuerza que tuvo que hacer para quitar la vida a Raquel D.

"Murió por la fractura de las cervicales pero si no habría muerto por asfixia. La muerte la tenía asegurada", manifestó. En el examen externo, los médicos detectaron una "enorme congestión" en el cuello –"como una gran bufanda"–, y signos de una presión "muy intensa y mantenida en el tiempo" en las zonas bucal y nasal. En el interno, comprobaron que tenía el cuello roto, producto de la maniobra de ‘mata león’ que aplicó el acusado.

La conclusión a la que llegaron es que la víctima perdió rápidamente la consciencia y no llegó a mover ni la cabeza. Es decir, no tuvo ni la más mínima oportunidad de defensa cuando la atacó por detrás de manera sorpresiva.

Los miembros del jurado preguntaron a los forenses si, dado los minutos que empleó en matarla, si su acción hubiese sido producto de un arrebato –como él acusado alega– le habría dado tiempo a recapacitar y dar marcha atrás. "Sí. Tuvo que estar tanto tiempo que podría haber reconsiderado lo que estaba haciendo", respondieron.

Raquel D., de 37 años, era una mujer atlética, musculada, enjuta, sin apenas grasa y delgada (aunque el acusado, según la familia y amigas la menospreciaba llamándole gorda). Con estas características físicas, podría haber ofrecido resistencia si la presión en la arteria carótida no le hubiera cortado el flujo sanguíneo.

La acusación particular, a cargo del letrado Noé Gabás, solicita 28 años de prisión, petición a la que se sumó ayer la Fiscalía, el letrado de la Comunidad Autónoma y la abogada del Estado. La abogada defensora, Carmen Sánchez, continúa pidiendo su absolución al mantener que la muerte fue accidental y concurren las atenuantes de trastorno mental, consumo de drogas, arrebato y confesión.

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