crimen de las delicias en zaragoza

"Respeté el deseo de mi hija y no denuncié el maltrato; me equivoqué y está muerta"

La madre la víctima del crimen de Las Delicias, en Zaragoza, lamenta en el juicio no haber actuado antes. Su hija le dijo que se mantuviera al margen y acabó siendo víctima de otro crimen machista.

David Pellicer, durante la sesión del juicio celebrada en la Audiencia este martes.
David Pellicer, durante la sesión del juicio celebrada en la Audiencia el martes.
José Miguel Marco

 «Yo le preguntaba que cómo podía aguantar cómo la trataba, cómo la menospreciaba y las cosas que le decía. Ella me pedía que no me metiera, que era su vida y quería arreglarla sola. Sabía que si se callaba la cosa no iba a mayores. Y yo no denuncié por respetar la voluntad de mi hija. La respeté y me equivoqué». La madre de Raquel, la mujer a la que mató su pareja en un domicilio de Las Delicias el 25 de junio de 2018, se lamentaba ayer amargamente de no haber interferido en la relación de su hija con David Pellicer, juzgado ahora por asesinarla.

En un doloroso relato ante el jurado, la mujer fue desgranando cómo era la vida de la joven desde que empezó su relación en 2001 con el acusado. «Al principio era buena, aunque mi marido (ya fallecido) nunca lo quiso porque pensaba que era un vago y un mantenido. Mi hija trabajaba como una burra, pero a él nunca le salía nada», contó. Pero, como suele pasar con los maltratadores, su actitud cambió pronto.

Algunas situaciones las presenció, ya que ella y su marido vivieron con la pareja hasta 2008, cuando su esposo tuvo un accidente con el camión, se quedó en silla ruedas y se fueron a vivir al pueblo, donde ella cría ahora a su nieta, de 10 años, y tiene la custodia. Luego, sabía lo que pasaba porque se lo contaba Raquel.

«Se enfadaba por cualquier cosa, todo lo que hacía mi hija le molestaba y se ponía como una bestia», manifestó. «La menospreciaba, le decía gorda (Raquel vestía una talla 34), que estaba pálida (a su pareja le gustan las mujeres bronceadas), vieja, que no se cuidaba, que era una borracha (cuando se tomaba alguna cerveza). Ella tenía muchos complejos y ahora lo entiendo», declaró. Contó que cuando su hija iba al pueblo sola y estaba con su prima y sus amigas era alegre y natural, pero cuando la acompañaba el acusado era distinta, se «frustraba».

«Se enfadaba por cualquier cosa, todo lo que hacía mi hija le molestaba y se ponía como una bestia»

A David Pellicer lo describió como una persona celosa, posesiva, despectiva, a la que no le gustaba que su mujer saliera con las amigas: «Le pedía que se hiciera selfis y se los enviara para que viera con quién estaba. Nos íbamos por ahí y él mandaba mensajes constantemente y llamaba preguntando dónde estaba».

Un año y medio antes de ser asesinada, Raquel le comentó que la convivencia era insoportable, pero la decisión firme de separarse la tomó seis meses antes y el 18 de junio le dio el ultimatum para que se marchara de casa.

"Me contó que le estaba pidiendo treguas y le daba largas y excusas para no irse. Le dije que si quería me iba a vivir con ella hasta que David se fuera, pero no quiso. Pienso que ella aguantaba por su hija y porque él no le facilitaba las cosas", manifestó.

La mujer rompió a llorar cuando recordó el momento en que la llamaron para decirle que había matado a su hija. «Estaba con mi nieta, la tenía abrazada a mí y me caí. Me preguntó qué pasaba y no pude evitar decirle que mamá había muerto. Me preguntó cómo y le dije que había sido papá. No podía mentirle», contó desolada.

La última semana de vida de Raquel fue un absoluto agobio, como este miércoles transmitieron sus amigas. A pesar de que por un lado estaba contenta porque por fin había tomado la decisión de separarse de David Pellicer, por otro pensaba que él nunca se iba a ir de casa.

«La tenía agobiada, iba todo el día detrás de ella, le mandaba mensajes continuos de ‘‘no me dejes, tú me amas’’ o ‘no me dejes, voy a cambiar’’», contó una de las amigas con las que quedaba dos horas los viernes, el tiempo que le dejaba salir sola de casa. 

«Me contó que las relaciones sexuales que tenía con él eran obligadas porque si no se la liaba. Le decía que no valía como mujer», relató. Una vez no quiso y él la agarró del cuello. Ella se asustó mucho y él le pidió perdón y le dijo que se le había ido la pinza». Las amigas y familiares de la fallecida hablaron del consumo habitual de marihuana del acusado.

Durante la jornada del miércoles declaró también el amigo de Raquel con quien había empezado a tener una relación. «Me decía que se sentía prisionera en su casa y que su vida era un martirio», manifestó.

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