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El acusado de estrangular a su mujer dice ahora que la víctima se dio un golpe en el cuello al caer de la cama

David Pellicer Criado está siendo juzgado por un tribunal popular en la Audiencia de Zaragoza y se enfrenta a penas de hasta 28 años de prisión. Declara que no buscó en internet cómo matar a su pareja sino cómo suicidarse.

Una imagen de la sala de vistas en la que se está celebrando el juicio contra David Pellicer Criado.
Una imagen de la sala de vistas en la que se está celebrando el juicio contra David Pellicer Criado.
Oliver Duch

David Pellicer Criado, de 41 años, acusado de matar a su mujer, Raquel D., de 37, en su domicilio de Las Delicias en junio de 2018, el mismo día que habían pactado que se iría de casa para poner fin a su relación, sorprendió este lunes al jurado tanto por la versión que ha dado de lo sucedido cómo por las formas, en ocasiones chulescas, que exhibió en sus declaraciones. 

Si hasta ahora había admitido que mató a su compañera agarrándola del cuello por detrás, el acusado explicó al tribunal que "realmente" no sabe a "ciencia cierta" si fue así. Es más, dijo que a lo mejor la víctima se había roto las cervicales al caer al suelo desde la cama.

El acusado reconoció que estando tumbados a oscuras en la cama discutiendo "acaloradamente" y ella de espaldas a él, la cogió del cuello por detrás con un brazo y con la mano del otro le tapó la boca para que no gritara. 

Añadió que Raquel se "defendió", se pusieron "de pie encima de la cama" y, sin soltarla del cuello, cayeron al suelo. Fue en ese momento cuando, a su juicio, la mujer se golpeó la cabeza y el cuello. Luego movió el cadáver porque cayó encima de una mesilla y lo colocó "bien". 

Los forenses determinaron que la víctima presentaba importantes lesiones en el cuello, cabeza, boca, nariz y tórax, todas de un mecanismo de asfixia y causadas con una "enorme" e "intensa" fuerza. Ella no tenía ni una sola señal de defensa.

La explicación del acusado dejó confusos a los miembros del jurado, tanto que le preguntaron que si era cierto que cuando se estaban cayendo de la cama tenía a la víctima agarrada por detrás con los dos brazos cómo explicaba que la que se golpeó en la cabeza fuera ella y no él. También le pidieron que les explicara cómo se puede discutir "acaloradamente" con alguien "sin mirarle a la cara". El acusado se limitó a decir que sí se podía.

Cómo se produjo la muerte y cómo se declare probado es importante puesto que, como se comprobó la semana pasada en el juicio contra Rodrigo Lanza por el llamado crimen de los tirantes, del asesinato al homicidio la horquilla de años de pena es amplia.

De hecho, Pellicer se  enfrenta a peticiones de condena que van desde los 28 años, que es lo que solicita la acusación particular, en nombre de la familia de Raquel por asesinato y malos tratos, a los 7 o 10 años pedidos por la defensa por homicidio, pasando por los 22 que reclama la Fiscalía o 25 que plantea el abogado de la Comunidad Autónoma.

Durante la investigación del caso, la Policía averiguó que desde el 18 de junio, fecha en la que acordaron separarse, hasta el día 25, cuando cometió el crimen, el acusado visitó 16 páginas web que informan de las maneras que hay de asesinar a una persona (como el ‘manual del asesino en serie’), el tiempo que se tarda en morir y técnicas de ahorcamiento y asfixia mecánica. Todo ello, a juicio de las acusaciones, indica claramente que David Pellicer planeó el crimen.

Sin embargo, ayer negó esta circunstancia y afirmó que no buscaba información sobre cómo matar a alguien, sino sobre cómo "suicidarse". Es más, dijo que durante la semana del 18 al 25 de junio tuvo "intención" de hacerlo pero no llegó ni a intentarlo. 

Se presentó ante el jurado como un hombre que se sentía "ninguneado" por su pareja (su abogada dijo que era un hombre "maltratado") y que esos días perdió 18 kilos porque "no comía" y solo "bebía y se drogaba".

Durante varios momentos de la vista oral se puso en tela de juicio la conducta de la víctima. El procesado presentó a su pareja como una mujer infiel, un "poquito egoísta", que le gustaba ("a ella más que a mí", matizó) tomar drogas, ir de compras, gastar dinero y salir los viernes con amigas. "El problema de todo esto es que no supo decirme que me era infiel", declaró, al mismo tiempo que admitía que sí era consciente de que su mujer tenía un "amante", como insistió en varias ocasiones a modo de justificación.

Él se presentó como un hombre trabajador, que pagaba la hipoteca del piso (casa que era de la víctima y de su suegra) y se ocupaba de la hija en común que tenía 10 años, como también hacía Raquel D., de la que sí dijo que era "buena madre"

Negó ser autoritario y controlador. "Las fotos que me mandaba cuando estaba por ahí era algo que hacía voluntariamente", respondió cuando la acusación le recordó que pedía fotos a su pareja para comprobar dónde y con quién estaba. Rechazó que la insultara de manera habitual o la maltratara físicamente: "Ella trabajaba de frutera y se golpeaba con las cajas", ilustró.

Según el acusado, el día del crimen se tomó un gramo de cocaína, otro de ‘speed’, siete u ocho de marihuana, diez antidepresivos, quince orfidales y diez cervezas. Cinco horas después de matarla se presentó en comisaría y dijo que «creía» que su mujer había fallecido. "Estoy muy apenado por la familia y por mí mismo ya que no tendría que haberme visto en esta situación», aseguró.

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