El 30 de junio, en la calle de Pignatelli, una bronca de las muchas que organizaron este verano los vecinos más conflictivos de la zona se saldaba con un herido por tres disparos efectuados por el policía Rubén Blas Ruiz. Junto a su compañero, acudieron a la llamada de una agresión con armas blancas en la calle. 

Al llegar, los implicados se dieron a la fuga y uno de ellos se refugió en el portal del número 76 (un edificio okupado) y, al darle el alto, sacó de entre sus ropas un machete de 40 centímetros de hoja con el que amenazó a los funcionarios. y lo esgrimió en actitud violenta. 

Los agentes le gritaron que tirara el arma blanca al suelo pero al ver que se abalanzaba sobre ellos, Rubén Blas efectuó tres disparos dirigidos a las piernas del agresor. El hombre fue operado y se recuperó de sus heridas.

En septiembre de 2018, el agente Eduardo José Molinos Ferrer acudió a una llamada de auxilio a una persona que se quería quitar la vida arrojándose por el balcón de un quinto piso. Sin dudar, subió hasta el cuarto, trepó por la fachada y logró entrar en el piso y agarrar in extremis por el cinturón al hombre, que ya estaba saltado con intención de suicidarse.

Ambos agentes fueron reconocidos este miércoles con la medalla con distintivo rojo, la más apreciada pues está dotada económicamente con un plus de por vida.

Además de estos dos policías, cerca de cincuenta agentes fueron galardonados con la medalla con distintivo blanco por servicios destacados a lo largo del año.

Entre ellos, a la policía Isabel Soto, quien la trágica noche del 18 de enero pasado estaba al frente de la Sala del 091 en la Jefatura Superior y fue quién ató cabos y guió a sus compañeros hasta el piso donde, lamentablemente, unas horas antes había sido asesinada la abogada Rebeca Santamalia. Su trabajo fue clave para relacionar el asesinato con el suicidio del autor del crimen, José Javier Salvador Calvo, que se lanzó al vacío desde el viaducto del Teruel.

También fue galardonado Javier Obis, policía que, junto a otro, detuvo al peligroso atracador de bancos Benito Ortiz Perea, de 61 años, en la estación de Delicias cuando pensaba coger un autobús a Valencia. Ortiz se había fugado de la cárcel de Zuera un mes antes saltando de la ambulancia que lo trasladaba al centro.