reportaje

La vieja bici del pueblo triunfa ahora en la ciudad

Decenas de zaragozanos apuestan por recuperar bicicletas abandonadas para darles una nueva vida. Algunas de las restauraciones pueden superar los 1.000 euros.

José Manuel Tomé, de La Pomada Bikes, inspecciona una bicicleta para rehabilitarla.
José Manuel Tomé, de La Pomada Bikes, inspecciona una bicicleta para rehabilitarla.
Raquel Labodía

Son bicicletas que iban a pasar a mejor vida. Tras años o décadas abandonadas en garajes, trasteros o graneros, su lamentable estado de conservación hacía prever que el vertedero era su único destino posible. Sin embargo, alguien decidió darles otra oportunidad. Se puede decir que la restauración de bicicletas clásicas está de moda. Cada vez son más los zaragozanos que se ven pedaleando sobre piezas clásicas, que ahora lucen casi con más esplendor del que tuvieron en su buena época.

Los más habilidosos las han restaurado ellos mismos. Con tiempo, conocimientos de mecánica y los materiales adecuados, la restauración de bicicletas puede convertirse en todo un reto. Otros, en cambio, han recurrido a tiendas especializadas que en los últimos meses han visto incrementado de forma significativa su trabajo. En Zaragoza hay varias tiendas-taller de bicicletas que han acabado orientando su negocio de forma casi exclusiva a la rehabilitación de bicicletas.

José Manuel Tomé es propietario de una de ellas, la tienda La Pomada Bike, en la calle de Prudencio del Casco Histórico. Él confirma la tendencia. "Ahora se lleva mucho. La gente coge una bici antigua que igual tenía en el pueblo, que era de sus padres o de sus abuelos y en la que ha andado toda la familia, y quiere volver a usarla". Aunque el fenómeno puede enmarcarse en el gusto general por todo lo que suene a ‘vintage’, según su experiencia es fundamental "el condicionante emocional", es decir, el valor simbólico que ese vehículo tiene para la persona que pretende darle una nueva vida.

Dos tipos de trabajo

Las tiendas especializadas ofrecen dos tipos de trabajo, fundamentalmente: una simple puesta a punto o una restauración completa del vehículo. En el primer caso se intenta recuperar el esplendor de los materiales más deteriorados y, sobre todo, se hacen las reparaciones mecánicas necesarias para que la bicicleta pueda funcionar correctamente.

Trabajo integral de restauración.
Trabajo integral de restauración.
lapomadabikes

En la segunda, la rehabilitación es total. Se repinta el cuadro y se reponen los componentes que hacen falta. La prioridad suele ser utilizar piezas de repuesto originales aunque, si ya no es posible encontrarlas, se buscan nuevas pero lo más parecidas posible. Estas restauraciones completas pueden costar desde 300 hasta unos 1.000 euros. Al trabajo para quitar el óxido de las piezas metálicas se une la inversión en complementos como empuñaduras o sillines de cuero, cestas, cubrerruedas, etc.

Solamente en La Pomada hacen, entre rehabilitaciones integrales y puestas a punto, cerca de medio centenar de trabajos al año. "Es ahora cuando ha surgido el concepto de revivir las bicicletas que teníamos olvidadas", corrobora Tomé, quien señala que el perfil de su cliente es "una persona de unos 45 años que quiere recuperar una bici a la que tiene cariño". Por eso, cruzarse con viejos pero relucientes modelos de BH, Torrot u Orbea cada vez es más habitual en las calles de Zaragoza.

Bicicleta Torrot puesta a punto el mes pasado.
Bicicleta Torrot puesta a punto el mes pasado.
HA
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