medio ambiente

Denuncian que un parque eólico en las Cinco Villas amenaza "el mayor dormidero de alimoches del valle del Ebro"

Las organizaciones ecologistas Ansar y Amigos de la Tierra exigen que al menos 2 de los 13 molinos previstos no se instalen al estar situados cerca de una zona en la que se juntan casi 100 de estas rapaces amenazadas. 

Imagen del dormidero de alimoches, una especie catalogada como vulnerable tanto en Aragón como a nivel nacional.
Imagen del dormidero de alimoches, una especie catalogada como vulnerable tanto en Aragón como a nivel nacional.
Heraldo

Las organizaciones ecologistas Ansar y Amigos de la Tierra Aragón denuncian que la construcción del parque eólico Monlora III en las Cinco Villas amenaza el “mayor dormidero de alimoches del valle del Ebro”. Según critican, el parque se ubica en la sierra de Luna, está ya en obras y pone en peligro a casi un centenar de estas rapaces y también a una veintena de buitres leonados “dado el riesgo de colisión de estas aves con aerogeneradores y tendidos eléctricos”.

Por eso Amigos de la Tierra Aragón y Ansar exigen que al menos 2 de los 13 molinos previstos no se instalen al estar situados a 500 y 900 metros del dormidero de alimoches. “Aún estamos a tiempo, pues aunque (el parque) está aprobado, en uno de esos dos aerogeneradores solo han puesto la base de hormigón y en el más próximo solo hay un agujero en la tierra”, subrayan.

“El alimoche es una especie catalogada como vulnerable tanto Aragón como en España, ya que sus poblaciones cayeron bruscamente hace un par de décadas y continúan en declive”, recuerdan estos dos grupos conservacionistas, que explican que ya se han dirigido a la DGA, tanto al Departamento de Departamento de Industria, Competitividad y Desarrollo Empresarial como al de Desarrollo Rural y Sostenibilidad, “para que se paralice la construcción del parque eólico Monlora III”.

Amigos de la Tierrra Aragón y Ansar explican que científicos de la Estación Biológica de Doñana del CSIC vienen controlando este dormidero de alimoches “desde hace más de quince años” para seguir su evolución. Por eso consideran “sorprendente” que este nuevo parque eólico cuente con la correspondiente autorización del Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (Inaga).

“En la resolución positiva del Inaga no se menciona el dormidero de alimoches a pesar de que existe desde hace varios lustros, por lo que la información es sesgada e interesada”, insisten desde estos grupos ecologistas. “Además, aunque parece que ni el promotor (la empresa) ni el Inaga lo han tenido en cuenta, la resolución ya habla de impacto “severo” sobre otras aves protegidas como el cernícalo primilla y sobre los murciélagos”.

“Este caso es un ejemplo más del desastre que supone la avalancha eólica del Gobierno de Aragón, en la que el Inaga autoriza proyectos en lugares de una riqueza faunística excepcional donde se acumulan parques eólicos”, lamentan Amigos de la Tierra y Ansar. “Las afecciones pueden ser mayores ante la concentración de parques en la sierra de Luna, que sumarán más de 160 aerogeneradores y varios kilómetros de tendidos eléctricos también letales para las aves”.

Las medidas que impone la declaración de impacto ambiental

Es cierto que la resolución del Inaga que formula la declaración de impacto ambiental favorable del parque eólico Monlora III no menciona expresamente el dormidero de alimoches al que hacen referencia las organizaciones ecologistas, algo que sí sucede con un dormidero de buitres leonados que existe en el entorno del castillo de Sora. El documento salió a información pública en noviembre de 2017, pero entonces no se recibió ninguna alegación al respecto.

En cambio, la declaración de impacto ambiental  sí que cita el alimoche entre las aves rapaces que presentan “riesgos de mortalidad elevados por accidentes con las instalaciones previstas” y cuyas poblaciones podrían llegar a verse comprometidas “a medio plazo”, riesgo que se pretende minimizar aplicando distintas medidas tanto preventivas como correctoras. Para Ansar y Amigos de la Tierra esas medidas son insuficientes y lo que habría que haber hecho es no autorizar al menos dos de los molinos.

Un grupo de alimoches, volando sobre la zona que utilizan como dormidero.
Un grupo de alimoches, volando sobre la zona que utilizan como dormidero.
Heraldo

El plan de vigilancia ambiental establecido tanto para la fase de construcción del parque como para su posterior explotación incluye, además de todas las medidas previstas en el estudio de impacto ambiental realizado por la empresa, “el seguimiento específico del comportamiento de las poblaciones de buitre leonado, águila perdicera, alimoche, chova piquirroja, milano real, grulla común y ganga ortega, así como otras especies detectadas en la totalidad del área de la poligonal del parque eólico, durante los seis primeros años de vida útil del parque”.

Del mismo modo, el Inaga impone la obligación de hacer seguimiento “de la mortalidad de aves” según los protocolos establecidos por el Gobierno de Aragón avisando a los agentes de protección de la naturaleza “de los animales heridos o muertos que se encuentren”.

En este sentido, la resolución del Inaga establece que en esa monitorización de la mortalidad de aves “se deberá aplicar la metodología habitual en este tipo de seguimientos revisando al menos 100 metros alrededor de la base de cada uno de los aerogeneradores”. “Los recorridos de búsqueda de ejemplares colisionados han de realizarse a pie y su periodicidad debería ser al menos quincenal durante los periodos migratorios y mensual el resto del año, durante un mínimo de cinco años desde la puesta en funcionamiento del parque”, detalla la declaración de impacto ambiental, que también obliga a “incluir test de detectabilidad y permanencia de cadáveres con objeto de realizar las estimas de mortalidad real con la mayor precisión”.

En cuanto a los efectos acumulativos que tendrá la construcción de varios parques eólicos en la zona, el Inaga dispone que los resultados del plan de vigilancia ambiental del parque Monlora III “deberán ponerse en común y realizar un estudio conjunto con los resultados de (...) la totalidad de los parques eólicos del complejo Monlora”.

Ya se cambió la ubicación de dos molinos 

Por otra parte, el parque Monlora III fue autorizado con la condición de que cambiar la ubicación elegida inicialmente para 2 de sus 13 molinos de viento “por su ubicación respecto del dormidero de buitre leonado en el castillo de Sora y por su proximidad a la zona de alimentación para bandos de grullas junto al barranco de la Barluenga”.

Otras medidas preventivas y correctoras que el Inaga obligó a añadir a las inicialmente previstas en el estudio de impacto ambiental son la instalación de “medidas de innovación en relación a la prevención y vigilancia de la colisión de aves (sistemas de cámara web, sensores de disuasión y/o parada que permitan evitar las colisiones y señalización de las palas de los aerogeneradores para mejorar su visibilidad por parte de las aves); la instalación en aquellos molinos en los que se prevea su balizamiento aeronáutico de un sistema de iluminación que reduzca los posibles efectos negativos sobre aves y quirópteros (murciélagos); la necesidad de evitar de forma rigurosa el abandono de cadáveres o de restos de animales que puedan atraer a las aves necrófagas o carroñeras; y la adopción de medidas complementarias a las previstas inicialmente respecto a las posibles afecciones al águila perdicera.

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