zaragoza

Una siesta ‘interruptus’

Apenas once meses después de su última restauración, la frágil escultura al inicio del paseo de Sagasta vuelve a retirarse para someterse a nuevos arreglos.

La pieza, del escultor Enrique Galcerá, está hecha en piedra caliza y es muy delicada.
La pieza, del escultor Enrique Galcerá, está hecha en piedra caliza y es muy delicada.
D. Marcos

Los viandantes que estos días recorran la zona de la plaza de Paraíso percibirán un vacío. La escultura ‘La Siesta’, que se normalmente se encuentra al inicio del paseo de Sagasta, ha vuelto a ser retirada para afrontar su enésima restauración en pocos años.

Hace escasos once meses la estatua ya fue llevada a las instalaciones del antiguo cuartel de Pontoneros, en Madre Rafols, para ser limpiada y restaurada por los técnicos municipales de Patrimonio Cultural, pero desde hacía unas semanas las grietas y alguna que otra pintada volvían a ser evidentes. Así, ‘La Siesta’ vuelve a reivindicarse como una de las esculturas más delicadas de la ciudad, ya que la contaminación, la humedad o el vandalismo acostumbran a poner en jaque la obra en piedra caliza del artista turolense Enrique Galcerá.

Recuerdan fuentes municipales que la escultura fue premiada con la Medalla de Plata en la II Bienal de Pintura y Escultura de Zaragoza en 1963, y donada a la ciudad por el autor. Se trata de la figura de una muchacha acurrucada en el suelo, descansando la cabeza tocada con un pañuelo sobre un haz de mieses.

El problema de la pieza, según los especialistas, es que se resquebraja con mucha facilidad por ser de un material frágil y estar expuesta al clima y a la humedad de la vegetación que la rodea.En su día se planteó que se rellenaran sus grietas con alguna resina e, incluso, se ha llegado a estudiar protegerla en un lugar cerrado.

Otra de las alternativas que se han puesto sobre la mesa en medio siglo de ‘siesta’ es la de hacer una copia y llevar la original a un lugar más resguardado en dependencias municipales, si bien –por el momento– parece que la apuesta pasa por consolidar la escultura y volver a dejarla en el mismo emplazamiento actual. Fuentes municipales no supieron precisar ayer cuánto tardará la restauración ni los plazos para su traslado.

No es ‘La Siesta’ la única muestra de arte público con un futuro incierto, pues existe un inventario del área de Cultura con un centenar obras que precisan ser limpiadas o restauradas, algunas de ellas casi cada año. Las esculturas que se colocaron en la ribera del Ebro por la Expo, el Neptuno del parque Grande o el Augusto Prima Porta, con o sin ranita frente al Mercado Central, son algunas de las que mayores quebraderos de cabeza han provocado a los técnicos de Patrimonio. Para colmo males, hay cotorras que hacen sus nidos en lo alto de las estatuas de los parques y sus excrementos corrosivos y el peso de los nidos son una amenaza para el arte.

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