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Cuando se apaga el sonido de los cencerros

El libro ‘Adiós a los pastores’ cierra una trilogía sobre el sector primario y relata la biografía de José Pérez, uno de los últimos mayorales de Munébrega. 

José Luis Solanas, José Pérez y Pascual Solanas, en una de las fotografías del libro.
José Luis Solanas, José Pérez y Pascual Solanas, en una de las fotografías del libro.
Antonio Lajusticia

Las manos de José Pérez están curtidas por el paso del tiempo y el trabajo. Natural de Munébrega, ahora cuenta 75 años en su haber, y hasta hace casi una década ejercía como pastor en su localidad natal. "Llevaba ovejas blancas, de rasa aragonesa y a las que llamaba palomas", recuerda con detalle. En la actualidad, lejos de dedicarse a la vida contemplativa, echa una mano en la recogida de cerezas. «Es un trabajo muy duro, muy esclavo, porque tienes que aguantar frío, aire y lo que caiga, pero lo hago a gusto porque lo he mamado de familia, de mi abuelo y de mi padre», reconoce.

Desde que dejó el colegio a los 12 años, José no ha dejado de trabajar, entre el pastoreo, como peón y jornalero. El último tramo de su vida laboral sí lo dedicó principalmente a salir al monte. «Tienes que estar muy encima de los animales. Sobre todo cuando paren, tienes que apartar a las madres y los corderos, a algunos hay que ayudarles hasta para encontrar el pezón», argumenta. El sonido de los cencerros era una constante. Ahora ya no tanto

Con este trabajo, que une los textos de José Ángel Urzay, presidente del Centro de Estudios Bilbilitanos (CEB), y las fotografías de Antonio Lajusticia, consejero del CEB, se pone el punto final a una trilogía dedicada al sector primario en la misma localidad de la comarca Comunidad de Calatayud. Las primeras dos entregas abordaron la vendimia y la siega. Muchas de las imágenes están tomadas en los últimos 16 años antes de la jubilación de José y otras de los rebaños que mantienen los hermanos José Luis y Pascual Solanas, naturales de Nuévalos y que arriendan parte de los suelos donde pastaban las ovejas de José.

"Antes el campo estaba más humanizado, había mucha más gente trabajando allí y los pastores no estaban solos"

Es una forma de narrar el epílogo que vive esta profesión y que se ilustra a través de algunas cifras: llegó a haber más de 2.300 cabezas en Munébrega, hoy apenas son 600 en un único ganado, el de Jesús Aldea, y de las casi 120 cabañas repartidas como refugio por todo el término, la mayoría están en estado ruinoso. «La situación actual del pastoreo tradicional está en gran retroceso, al igual que en otros oficios ancestrales», describe Urzay.

Así, el libro se ha desarrollado como si se tratase de un estudio de caso. «La metodología se basa en la biografía de José, que es una persona afable y con un profundo conocimiento de su oficio, que nos ha transmitido en largas conversaciones y didácticas caminatas por todos los parajes de Munébrega», explica Urzay. En este sentido, defiende que esta obra tiene «un importante valor etnográfico porque las formas tradicionales, que él ha conocido, han desaparecido».

«La cultura que había no continúa porque no hay relevo generacional. Antes se llevaban un centenar de animales y ahora son 300 o 400», indica Urzay. Además de las cifras, también ha variado el paisaje: «Antes el campo estaba más humanizado, había mucha más gente trabajando allí y los pastores no estaban solos», puntualiza Urzay.

De la misma forma, también aboga por cambiar la imagen que se tiene de los pastores: «La cultura no solo es haber estudiado una carrera. La que tiene José es apabullante, asociada al terreno, al saber cotidiano, pragmática: por dónde ir, qué hierbas hay en determinadas zonas, cuáles come y cuáles no, distinguían los campos y a quien pertenecían», alega. Urzay tampoco comparte esa otra visión casi idílica: «No es ese tipo bucólico, no era llegar, soltar el rebaño y ya está. Exigía una toma decisiones continua y un control constante».

El libro, que se presentará este jueves en la sala de actos Bantierra de Calatayud a las 20.00, se puede adquirir en los establecimientos habituales de Calatayud o en la red de distribución de la Institución Fernando el Católico de la Diputación de Zaragoza, a la que pertenece el CEB.

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