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Épila: un refugio de construcciones en piedra seca

El municipio cuenta con incontables muestras arquitectónicas hechas con el mero apilamiento de rocas, una técnica reconocida por la Unesco en 2018.

José Alfredo Polo, ante uno de los refugios hechos con piedra seca a las afueras de Épila.
José Alfredo Polo, ante uno de los refugios hechos con piedra seca a las afueras de Épila.
Macipe

Refugio cerca de una cantera, abrigos a medio camino entre fincas agrícolas, o para pastores, o como nevero… Estas son algunas de las utilidades de las incontables muestras arquitectónicas presentes a lo largo del término municipal de Épila hechas con la técnica de construcción en piedra seca. Allí, como en otros muchos puntos de Aragón y en varios países de Europa están presentes edificios construidos por el mero apilamiento de rocas sin usar más materiales, salvo un añadido de tierra seca.

A pesar de su sencillez, en noviembre de 2018 la Unesco la incluyó en su lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Sin embargo el problema está en el desuso y el paso del tiempo. "Cada vez quedan menos, porque nadie las necesita, y su estado es cada vez peor", reconoce José Alfredo Polo, vecino de Épila que lleva meses documentando estas peculiares piezas.

Una de ellas, con planta circular de unos dos metros de diámetro, se encuentra en las proximidades de una de las canteras con las que contaba el municipio. En la actualidad, su alzado, de casi 170 centímetros, permanece prácticamente intacto, pero no su parte más alta, ya que alguna de las losas se ha desprendido hacia su interior. Polo la recorre con curiosidad. "En estas condiciones se mantendrá una media docena, y podríamos encontrar muchas más pero en peor estado", explica. "Datan del siglo XX según los expertos y otras del XVIII, pero la mayoría está sin catalogar", indica.

Los que sí están registrados son los cerca de 41 "elementos inmuebles de carácter etnológico-patrimonial" desplegados a lo largo y ancho de las 245 hectáreas que albergarán la plataforma agroalimentaria de la Corporación Guissona en Épila. Estas fueron inventariadas en 2017 por el geógrafo e historiador con formación en Antropología Félix A. Rivas en un informe para Suelo y Vivienda de Aragón.

Allí se recogen varias muestras de esta "arquitectura popular" entre las que hay algunas realizadas en piedra seca y de las que Rivas comenta que fueron acometidas por "autores formados en el autoaprendizaje" y que simbolizan ese "patrimonio etnológico" de la zona. Entre las propuestas de gestión que se incluyen en el documento de 157 páginas, el experto plantea la posibilidad de "mantener intactas dentro del área pequeñas reservas de terreno (en rotondas o zonas verdes)". Entre las candidatas se incluye un muro-abrigo en forma de L con doce hiladas de piedra seca y unos 130 centímetros de altura.

Al igual que estas, el término de Épila se encuentra salpicado de otras muestras arquitectónicas en otras técnicas de construcción que también tienen su valor, como puede ser un pozo en el curso del barranco de Matanzas o un horno de abejas cerca del paraje de Puitiños. "Son cosas que si la gente no conoce, no se valoran y se acabarán perdiendo", asume Polo.

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