patrimonio de Zaragoza

La casa del siglo XVI de San Pablo que se conservó (casi) entera

Hace 30 años que este edificio del barrio de San Pablo, catalogado de interés ambiental y del siglo XVI, fue adquirido por el Ayuntamiento de Zaragoza para convertirlo en la sede Sociedad Municipal de Vivienda

Hace 30 años que este edificio del barrio de San Pablo, catalogado de interés ambiental y del siglo XVI, fue adquirido por el Ayuntamiento de Zaragoza para convertirlo en la sede Sociedad Municipal de Vivienda

El Gancho es uno de los barrios con más solera de la capital aragonesa. Su mapa son calles estrechas y casas más antiguas que en otros distritos, muchas de ellas valoradas de interés ambiental. Otras tienen más valor, dado su origen. En la calle de Predicadores se luce la fachada del que fuera el palacio de los duques de Villahermosa, en la plaza de Santo Domingo el actual Teatro del Mercado y en la zona más cercana al río Ebro los restos del convento de Santo Domingo. Todos esos edificios son las centenarias piezas de un puzzle.

Más desapercibida pasa, aunque no menos frecuentada, una casa no palaciega de la calle de San Pablo. Se cree que data del siglo XVI avanzado, así que es una de las más veteranas del barrio, a pesar de no ser un palacete ni de la nobleza. Se ubica en el número 61, a pocos pasos de la iglesia camino de la calle de Mariano Cerezo.

Se conserva solo la fachada, como otros en casos en la ciudad, además de una parte del sótano, tal y como se refleja en su informe histórico artístico. Una “bodega vinaria” es lo que se descubre en esa planta subterránea.

Gracias a los documentos históricos que referencian fuentes municipales se sabe que también tenía corral y por la cifra que fue vendida en pleno siglo XIX, en 1822. “Esta casa con sus corrales, bodega vinaria y diez cubas eran vendidas por Lorenzo Ximénez de Cenarba, Alcaide de las cárceles de la ciudad, y su esposa, en 30.000 reales de vellón”, reza en su ficha municipal.

En el mismo documento se detalla que está edificada entre medianerías. Su carta de presentación es un edificio de ladrillo visto y zaboyado que consta de tres plantas: baja, noble y mirador. A ras de calle destaca un arco de medio punto con rosca de ladrillo y sardinel que hace las veces de puerta. Junto a ella, un gran ventanal con forja. Este vano, tal y como se puede observar en fotografías antiguas de finales de la década de los 60, en origen era una puerta.

En la planta principal se abren cuatro vanos, dos ventanas y dos ventanales, que dibujan una distribución casi simétrica, por parejas. En el informe del Ayuntamiento de Zaragoza se defiende que esa disposición es “fruto, sin duda, de obras decimonónicas”. La última altura es una galería de arquillos, que tal y como se lee en el mismo documento “corresponde en origen a la falsa o espacio bajo cubiertas”. Este conjunto, equilibrado y sobrio, está rematado por un alero de vuelo.

Esos elementos sobrevivieron a su derrumbe de casi hace tres décadas, tras ser adquirido en 1989 por la Sociedad Municipal de Vivienda para instalar su sede.

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