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"Mi hija lleva 15 días sin ir al colegio porque no cabe la silla en el ascensor"

Maro Tunkara, la mamá de Yenera (con un 93% de discapacidad), cuenta los problemas que tienen para salir a la calle. Viven en un segundo con ascensor, pero no cabe la silla dentro. "Cuando salgo a comprar tengo que hacer tres viajes para subir la compra, el carro y la niña", afirma ella, que sufre problemas de espalda.

Maro Tunkara, la mamá de Yeneba (con un 93% de discapacidad), cuenta los problemas que tienen para salir a la calle. Viven en un segundo con ascensor, pero no cabe la silla dentro. "Cuando salgo a comprar tengo que hacer tres viajes para subir la compra, el carro y la niña", afirma ella, que sufre problemas de espalda.

Cada vez que sale a la calle con su hija pequeña, con un 93% de discapacidad, Maro Tunkara se encuentra el mismo problema: qué carga primero para bajar las escaleras. Viven en un segundo piso con ascensor, en el barrio de Las Delicias, pero no pueden usarlo porque es demasiado pequeño (apenas caben dos personas). "Cuando voy a comprar tengo que hacer tres viajes para subir la compra, el carro y la niña. Hasta ahora tenía la ayuda de mi hijo, pero desde que se ha ido fuera, yo no puedo más. Quiero saber si antes de septiembre puedo encontrar otro piso de alquiler. Nos hemos apuntado a la bolsa de vivienda, y de momento estamos en lista de espera. La niña lleva 15 días sin ir al colegio porque no cabe la silla en el ascensor. Yo no puedo cargar el carro y la chica por las escaleras", explica Maro, quien sufre problemas de espalda. 

Hasta el pasado 29 de mayo, su hijo mediano, de 18 años, se encargaba de ayudarlas cada mañana para que Yenera, de 14, pudiera bajar las escaleras para ir al colegio. Pero ahora el joven se ha ido a estudiar a Inglaterra y esta madre se ve sola con ella. "Viene el transporte a buscarla por las mañanas. El problema es bajar y subir la silla, coger a la niña... Una profesora del cole me ha ofrecido a un voluntario. Pero ellos también tienen que darse cuenta de que son cuatro viajes, dos por la mañana y dos por la tarde. Como se ofrecieron, les conté el problema que había, y desde ese momento no han vuelto a decirme nada... Saben que la niña no va por eso. Yo tengo también problemas de espalda y tuve que ir al médico a que me hiciera unas radiografías. Los problemas empiezan así, poquito a poquito, y al final me quedo sentada en casa", cuenta con gesto triste. 

Su hija pequeña, Yenera, nació en 2005 en Zaragoza, al igual que sus hermanos, de 18 y 20 años. El padre de la niña y el mayor de sus hermanos trabajan en turnos distintos, pero están fuera casi todo el día. Por eso es Maro quien cuida de ella la mayor parte del tiempo. Prefiere estar con la niña que contratar a un desconocido. "Yo con la chica no puedo trabajar. He buscado trabajo al que poder adaptarme mientras la niña está en el colegio, pero es dificilísimo. Si encuentro a una señora mayor podría ir a limpiar a su casa y estar antes de las 15.30 de vuelta, porque sale el transporte escolar a esa hora y llega en función del tráfico", relata esta mamá, que hace días que no sale de casa con su hija.

La silla no cabe en el ascensor ni plegada.
La silla no cabe en el ascensor ni siquiera plegada.
P. B. P.

En Aragón, cerca de 58.000 personas se encuentran en la misma situación que esta niña. Necesitan ayuda para salir de casa por problemas de movilidad reducida y un 4% (casi 3.000 personas) no salen nunca a la calle por este motivo. Son datos de un estudio reciente de la Fundación Mutua de Propietarios elaborado en colaboración con la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE). 

Dos meses para encontrar piso

Según el estudio, dos de cada diez personas con movilidad reducida han necesitado cambiar de domicilio a causa de esta situación. A Maro le gustaría hacerlo, pero reconoce que la situación es complicada ahora mismo. Llevan casi tres años viviendo de alquiler en este piso de Las Delicias. Antes estuvieron en otro -un primero sin ascensor-, donde también subía y bajaba escaleras con la niña a cuestas. "Me gustaría cambiarme a un piso con ascensor o entresuelo para que yo pueda entrar y salir con la niña, que pueda ir al parque… este verano se va a quedar aquí conmigo porque no puedo bajarla. La niña no disfruta los veranos porque no sale, no la puedo sacar. Me gustaría cambiar algunas cosas para que ella pueda salir cuando yo vaya a comprar o bajar una hora al parque a jugar, pero si no es con ascensor yo no puedo ya", lamenta esta madre. 

"Está muy difícil buscar piso ahora. Tenemos 2 meses para que empiece el colegio otra vez"

Ahora tienen dos meses para buscar otra vivienda de alquiler. No obstante, la experiencia les dice que no es fácil. Cada vez hay más demanda de este tipo de pisos y la oferta en la capital aragonesa se reduce. "Está muy difícil buscar piso ahora. Tenemos solamente dos meses para que empiece el colegio otra vez. Si no empiezo a buscar desde ahora, ya no voy a encontrar. Pero si no tengo piso antes de septiembre, la niña va a quedar en casa igualmente, porque no puedo llevarla", recalca. 

Mientras explica la situación de ambas, Yenera sonríe en su silla, atenta a la conversación. Es una niña alegre, con muchos amigos en el colegio, pero del que más se acuerda estos días es de su hermano mayor. "Lo echa mucho de menos porque le ayuda en muchas cosas con su tablet y a la hora de jugar", relata con una sonrisa su mamá. 

Maro confiesa que aunque también lo echa en falta, por toda la ayuda que les prestaba en casa, tampoco podían negarle la experiencia de vivir fuera de casa. "Él también tiene que buscarse la vida. Si se queda aquí, siempre lo estamos privando de lo que le gusta hacer... estudiar o trabajar. A la chica le gustaría que volviera porque si él está aquí, ella está feliz, porque puede ir al colegio... Pero su tío le ha comprado una tablet pequeñita y ahora se escriben a todas horas por whatsapp", cuenta sonriente.

El apoyo educativo y de la fundación DFA

Yeneba Tunkara (c) junto a otros niños del colegio San Martín de Porres, de Atades, en una actividad solidaria en el Parque Grande.
Yeneba Tunkara (c) junto a otros niños del colegio San Martín de Porres, de Atades, en una actividad solidaria en el Parque Grande.
M. T.

A pesar de las dificultades que afronta esta familia, Maro reconoce que ha recibido mucha ayuda en Zaragoza, tanto por parte del Colegio San Martín de Porres, de Atades, adonde va la niña, como por parte de la Fundación DFA, de quien supo por una profesora suya de Codef, un centro de educación para adultos del barrio Delicias. "En el colegio me han ayudado muchísimo con ella.. Demasiado. Nada más empezar el colegio le quitaron el pañal y ahora va al baño con ayuda. Hace más de 10 años que no lo usa y sabe perfectamente la hora a la que le toca", subraya agradecida. 

Yenera no se pone en pie si no es con ayuda. Hay una mano que no mueve para nada y tampoco camina. Eso sí, sonríe todo el tiempo. Sobre todo cuando sale en la conversación su colegio o sus amigos. Ahora en el salón puede jugar con la tablet que le ha comprado su tío. "Le gusta ver la tele y se escribe a todas horas con su hermano. La silla en la que está sentada me la consiguió el colegio y el fisioterapeuta que tiene me acompaña muchas veces al médico. Allí no somos ni más ni menos. Todos me ayudan muchísimo", confiesa Maro, agradecida. 

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