alimentación

“El autodiagnóstico en la intolerancia a la lactosa es de los más habituales”

Que las leches vegetales son más saludables que las de vaca o que adultos y ancianos no necesitan ingerirla son algunos de los falsos mitos más extendidos en torno al consumo de lácteos.

Marilourdes de Torres, supervisora de la Unidad de Nutrición y dietética del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza.
Marilourdes de Torres, supervisora de la Unidad de Nutrición y dietética del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza.
Camino Ivars

“Las leches vegetales son más saludables que las de vaca”, “adultos y ancianos no necesitan ingerir leche” o “la leche provoca mocos”; estos son algunos de los falsos mitos más extendidos en nuestra sociedad en torno al consumo de estos productos. Unos mensajes que, como advierte Marilourdes de Torres, supervisora de la Unidad de Nutrición y dietética del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza, han provocado la expansión de un mal consumo de un producto básico y muy necesario para nuestro correcto desarrollo. Pero, ¿cuáles son los bulos más extendidos en torno al consumo de lácteos?

“En nuestra sociedad existe un gran desconocimiento sobre los beneficios de una ingesta adecuada de lácteos y la importancia de una correcta educación e información nutricional”, advierte de Torres, que asegura que “el autodiagnóstico en la intolerancia a la lactosa es de los más habituales en este país”, dato que se sitúa entre un 13 y un 36% de los casos registrados. “Hoy en día el diagnóstico se puede hacer a través de varias pruebas como el Test de hidrógeno espirado y el de acidez de las heces”, indica.

Se trata de aquellas personas que presentan la incapacidad de digerir el azúcar que se encuentra en la leche, la lactosa, y que de hacerlo sufren una serie de molestias como diarrea, gases o hinchazón. “Desde que nacemos, nuestro intestino delgado produce una enzima –la lactasa- capaz de convertir este disacárido en dos componentes: la glucosa y la galactosa. Pero, ¿qué pasa si nos quitamos de golpe los lácteos?, pues que nuestro organismo, que es muy inteligente, deja de producirla y es cuando aparece la intolerancia real”, advierte la experta.

Otra evidencia científica radica en el hecho de que a partir de los 65 años nuestro cuerpo disminuye la cantidad de esta enzima por lo que cuesta más de metabolizar en el organismo. Cuando la cantidad de esta enzima es insuficiente pueden aparecer problemas de malabsorción e intolerancia.

Otro de los bulos más extendidos tiene que ver con la afirmación de que el consumo de lácteos produce mucosidad. “No existen evidencias científicas de esta relación ni se ha demostrado, pero la gente lo sigue creyendo y se oye mucho en las consultas pediátricas”, lamenta.

¿Cuál es la ración diaria aconsejable de este tipo de productos durante la edad adulta? Esta equivale a un vaso de leche de 200 ml, dos yogures, 125 gramos de queso fresco o 30 de semicurado, por ejemplo. “Incluso la mayoría de individuos con intolerancia a la lactosa pueden asumir una ingesta de hasta 12 gramos de lactosa en una dosis única”, explica.

Sin duda, la expansión de un supuesto estilo de vida saludable apoyado en las redes sociales e internet han aumentado el alcance de algunos de estos bulos, como la afirmación de que las bebidas vegetales se convierten en una alternativa al consumo de leche de vaca. “Estas bebidas contienen proteínas de bajo valor biológico y su calcio es mucho más difícil de absorber ya que nuestro organismo es capaz de absorber proteínas de origen animal, no vegetal”, afirma la experta.

Por eso, las supuestas leches de coco, espelta, avena o soja, entre otras, ya no pueden ser consideradas como tal; sobre todo desde que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminase en junio de 2018 que solo la de procedencia animal se puede denominar de esta forma. “Son válidas para aportar fibra o, por ejemplo, para las personas intolerantes a las proteínas de la leche de vaca, pero en ningún caso pueden sustituirla”, concluye. Por eso, hoy en día todas estas bebidas incluyen una nota que indica que no sustituyen a la leche en términos estrictamente nutricionales.

Una de cada dos embarazadas realiza un mal consumo de lácteos

Según explica la experta, otro de los errores más comunes en torno al consumo de lácteos tiene relación con el periodo de embarazo, ya que según datos de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), tan solo la mitad de las mujeres lactantes realiza un consumo adecuado de lácteos, es decir, que una de cada dos no alcanza las raciones diarias recomendadas por los expertos. “Durante este periodo, la mujer requiere de un aporte de calcio de en torno a 1.200 mg al día, algo fundamental para el desarrollo del feto y la posterior lactancia”, asegura.

Además, los estudios demuestran que cuando no se cubren las necesidades diarias de nutrientes, como en el consumo de calcio, el feto lo toma de las reservas óseas de la madre gestante. Por eso es importante “consumir al menos tres raciones diarias de productos lácteos, en especial a partir de la segunda mitad del embarazo, incluyendo lácteos y derivados como queso o yogures”, explica.

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