ELECCIONES 2019

Deberes para dentro de cuatro años

La campaña electoral ha tenido sus errores y sus hallazgos. No han faltado esas ideas que sobre el papel parecen ingeniosas, pero luego dan un resultado bochornoso.

Carmelo Asensio pisotea un fantasma en el Balcón de San Lázaro. Lo normal.
Carmelo Asensio pisotea un fantasma en el Balcón de San Lázaro. Lo normal.
Guillermo Mestre

Por fin llegó el día en el que "es el vecino el que elige el alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde". Por fin llegó el día, traductor de marianismo mediante, de las elecciones municipales (y autonómicas y europeas). La campaña ha sido tediosa, agotadora y ha vuelto a abusar de algún que otro ‘modus operandi’ que deberían estar vetado a estas alturas de siglo XXI. Hay acciones tan rancias o desafortunadas que acaban descubriéndose como errores porque aportan una imagen contraproducente del candidato o del partido. ¿Qué debería erradicarse de las campañas electorales? Tomen nota los jefes de comunicación, ya para dentro de cuatro años...

Los coches con megáfonos que arruinan la siesta. Es seguro que incumplen más de una ordenanza, pero es probable también que les salga a cuenta pagar la multa y continuar con la tabarra. Si los megáfonos parece algo propio de la Transición, las furgonetas con un altavoz por el que se vomitan promesas con voz metálica evocan más al chatarrero que llega al pueblo que a un político que confía en el progreso. Este año se han visto desde escarabajos (el coche, se entiende) hasta vehículos (casi) funerarios reconvertidos en propaganda con ruedas. Los coches-megáfono debería prohibirse o, mejor aún, volatilizarse.

Cientos de kilos de propaganda que van directos del buzón a la basura. ¿Cuántas cartas electorales han abierto estos días? ¿Entre cero y una? Pues lo más probable es que les hayan llegado unas dieciséis. Algún partido, para más inri, las envían envueltas en plástico a pesar de asegurar que son ‘eco-friendly’. La ingente cantidad de papel cuyo destino es el contenedor azul cuesta un potosí a los partidos que –en el fondo y como siempre– acaba pasando factura al erario.

Pegadas de carteles. Fregona en mano, todos dispuestos a ensuciar la ciudad entre vítores y aplausos. Es cierto que algunos han aprendido y los pegan en paredes ‘fake’ con ladrillos de ‘atrezzo’ o lo hacen de forma virtual y digital. No obstante, la campaña es una carrera de fondo y va a haber quince días por delante para escudriñar cualquier mínimo movimiento, con lo que jalear su inicio –además de madrugada– se antoja un exceso. ¿Acaso se celebra en un partido que el balón eche a rodar? ¿Será que algunos festejan el pitido inicial conscientes de que en el final va a haber más lágrimas que confeti? Si quieren hacer sus fiestas, que las hagan, pero ¿qué tipo de celebración se lleva a cabo con mochos, efigies de amados líderes y litros de pegamento?

Globos y caramelos para tentar a los niños. Jugar con los sentimientos de la chavalería es algo muy feo. Sin embargo, los candidatos no ven inconveniente alguno en visitar guarderías, coger y besar niños ‘random’ o tentarlos en las mesas propagandísticas con pinturas y caramelos. Algún padre se echa las manos a la cabeza cuando al pequeño le da un choto si no se lleva ese globo brillante de gas, que acabará paseando por media ciudad para escarnio de sus allegados. En este sentido, los partidos han tomado nota y muchos de ellos han pagado y utilizado patrocinios para impulsar sus fotos en las redes sociales, sobre todo, Instagram y Twitter. En este caso no tientan tanto a los niños como a los púberes, porque hacerse el ‘influencer’ nunca está de más aunque quienes te den ‘likes’ aún no tengan derecho al voto.

Las ‘performances’. Tierra trágame. Cuando los periodistas se miran unos a otros ojipláticos y conteniéndose la risa es que algo no ha salido bien. Los partidos en campaña son muy dados a hacer ‘performances’ que deberían pensarse dos veces... De este 2019 quedan para el recuerdo la estampa del alcalde Santisteve descubriendo la placa de la avenida de Cataluña junto a su despacho, Jorge Azcón desplegando una alfombra azul a las puertas del Consistorio o Carmelo Asensio pateando al fantasma de las tres derechas. Todo muy edificante. Confiemos en que dentro de cuatro años fichen a algún guionista de campaña o repartan mantas para que el público se tape cuando se les apodere la vergüenza ajena.

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