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¿Por qué la Gran Vía de Zaragoza no tiene número 13?

Esta cifra, asociada a la mala suerte, no aparece en ningún portal de esta popular arteria, ni en la numeración de algunas calles de la capital aragonesa.

La Gran Vía, a la altura del número 11
La Gran Vía, a la altura del número 11
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Al repasar la numeración de diferentes calles de la capital aragonesa se puede observar que en varias de sus vías los números no aparecen de manera visible, aunque existan. Es el caso de la de San Miguel, el paseo de Fernando el Católico o la Gran Vía, por citar solo algunos ejemplos.

En esta última, llama la atención que en la acera de los impares no figure el número 13, ni tampoco en el paseo de Fernando el Católico. Ocurre también en el paseo de la Independencia, pero lejos de ser un aspecto relacionado con la triscaidecafobia (la aversión al 13, considerado símbolo de mala suerte) tiene su explicación. De hecho, algunas de estas vías carecen de más números.

Pero, ¿cómo se numeran las calles zaragozanas? Generalmente, la numeración de las vías de una ciudad se inicia en lo que se considera el centro urbano y suele coincidir con la plaza Mayor, el Ayuntamiento o algún punto emblemático. En ciudades marítimas, esta referencia suele tomarse de forma creciente en el extremo de la calle más cercano al mar. En Madrid, por ejemplo, las calles se numeran desde la Puerta del Sol.

El primer número de la calle del Coso coincide con lo que se considera el centro de Zaragoza, que no es la plaza de España y tampoco la del Pilar, sino el cruce de César Augusto, Coso y Conde de Aranda. En concreto, el Palacio de los Luna, actual sede del Tribunal Superior de Justicia de Aragón.

A partir de este punto, los números pares siempre se sitúan a la derecha y los impares a la izquierda, en el sentido creciente de la numeración. La ordenanza municipal sobre identificación y rotulación de las fincas de vías públicas o privadas, aprobada definitivamente en 1989, y modificada en 2000, regularizó varios aspectos que atañen a la asignación de número a los inmuebles y recogió que a partir de entonces la numeración dentro de cada vía urbana debería ser “continua, sin repetidos ni duplicados, triplicados, etc...” y que la distribución seguiría de forma creciente con “los números pares a la derecha, e impares a la izquierda, según el sentido desde su comienzo a su final, salvo causa debidamente justificada”.

La normativa vigente también señala, entre otras cuestiones, que “en los barrios rurales se tomará como punto de referencia el centro más representativo de su casco urbano. Cuando se trate de calles con construcciones posibles únicamente en una de sus márgenes, por colindar con inaccesibles (río, monte, etc.), se numerará en una serie única, de pares e impares correlativos, desde su entrada. Del mismo modo, en plazas, glorietas o similares, la numeración será en serie única, de pares e impares correlativos, comenzando por el primer inmueble situado a la izquierda de la vía que se considere acceso principal a la plaza”.

La numeración más común en Europa

Este es el modelo que sigue la mayoría de ciudades europeas, aunque con excepciones como Berlín, donde se usa el sistema de herradura: los números -impares y pares- discurren por la misma acera y al llegar al final de la calle continúan en sentido inverso por el lado contrario. En Florencia se utiliza un método similar al empleado en España, pero con una numeración adicional para los comercios. En Estados Unidos y algunas zonas de Francia, la numeración depende de la distancia que separan un edificio del inicio de la calle. En Buenos Aires, las manzanas -cuadras- marcan el cambio por centenas de los números de cada vía.

En algunas localidades aragonesas, a la numeración de los edificios se suma la de varias de sus calles nombradas con números. Así ocurre en Mequinenza, Morata de Jalón o Cuarte de Huerva, entre otras.

Pero posiblemente, la ordenación más llamativa del mundo sea la japonesa, cuya numeración de edificios depende del momento en que fueron construidos, lo cual imposibilita saber, en principio, dónde cae un determinado número de calle.

“Pura casualidad”

En Zaragoza, que la Gran Vía y el paseo de Fernando el Católico no aparezca el número 13 tiene una sencilla razón, que nada tienen que ver con la triscaidecafobia: "Es pura casualidad. De hecho, en Gran Vía tampoco hay número 15. La razón es que el Ayuntamiento prevé que en un determinado ámbito todavía no construido pueda haber dos o tres edificios, da números a sus lados y, al final, en el vacío se construye uno solo y con un único portal, provocando los correspondientes saltos. En Gran Vía, los números 7, 9, 17 o 23 son de los años 30 y en el número 11, que ocupa todo el frente de la manzana, desde las calles de Royo a Arzobispo Doménech, se levantó después un edificio inmenso con acceso centralizado”, explica Ramón Betrán, director de Servicios de Planificación y Diseño Urbano del Ayuntamiento de Zaragoza.

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