Repintado del pabellón, balance de gestión

El Pabellón Deportivo Príncipe Felipe de Zaragoza.
El Pabellón Deportivo Príncipe Felipe de Zaragoza.
Francisco Jiménez

Si no hay imprevistos, este jueves comenzará en Zaragoza el repintado de los rótulos del pabellón ‘Príncipe Felipe’. No sería noticia ni motivo de mayor disquisición si no fuera porque, aparte de los 9.000 euros que los ciudadanos pagarán por los trabajos, la imagen pasará a los anales de la ciudad por su valor simbólico. Es el cierre de un doble círculo: el de Zaragoza en Común y el de su gestión. Se estrenó el alcalde Santisteve con decretazo, al margen de los demás partidos y del pleno, para retratar el que iba a ser el talante democrático y participativo de su gobierno. Cuatro años después, concluye el mandato negándose a sí mismo por sentencia judicial. ¿Entre medio? ¿Algún proyecto para el recuerdo, alguna inversión para el futuro, algún pacto político y social para todos? Salvo error u omisión, poco o nada. Una oportunidad perdida para la quinta urbe de España, autoproclamada ciudad del cambio que ha mutado a peor, y un legado que obligará al futuro gobierno a recuperar el tiempo perdido. A base de vivir solo de la confrontación, ni siquiera han sido capaces de mantenerse unidos: concurren a las elecciones con el ‘tripodemito’ de ZEC, Podemos y Demos +. Este último, escisión del que fue cerebro y gran fichaje de Santisteve, Raúl Burillo. Como decíamos, el repintado del pabellón es la metáfora de su balance.

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