zaragoza

La muestra agroecológica cumple diez años con el triple de puestos y clientes que en sus inicios

Cuando acabe la reforma del Mercado Central se reubicará junto a las Murallas.

Aunque los puestos no se montan hasta las nueve, hay clientes que ya merodean la plaza desde una hora antes. Es otra prueba más del éxito de la muestra agroecológica que cada sábado se coloca junto a la fuente de la Hispanidad y que cumple este verano su décimo aniversario. Comenzó siendo una cita mensual, en la trasera del Teatro Principal, a la que acudían apenas seis hortelanos, pero la fidelidad del público –unas 4.000 personas asisten cada fin de semana– la ha hecho crecer hasta cotas insospechadas hace una década.

"Desde el comienzo aspirábamos a que no fuera solo un espacio de compra, sino que sirviera también para difundir otro modelo de alimentación", explica Julia Mérida, técnica de la Agencia de Medio Ambiente y Sostenibilidad del Ayuntamiento. En el Consistorio ponen el énfasis en la necesidad de "sensibilizar" acerca de un sello de producción libre de pesticidas y abonos de síntesis.

La convocatoria surgió en agosto de 2009, cuando el Comité Aragonés de Agricultura Ecológica (CAAE), el Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional (Cerai) y la organización agraria UAGA quisieron "sacar a la calle la cultura agroecológica" e hicieron una experiencia piloto con una cata de tomates. Desde entonces, la muestra sigue fiel a sus dos principales premisas: que los productos sean locales y de temporada. Además, hay una tercera condición –tiene que ser el propio campesino el que venda el género–, lo que da cierta magia a la plaza donde llegan a despacharse unas 20 toneladas de alimentos.

"Existe un reglamento de la muestra. Se requiere que sean productos de cercanía, de un radio de 120 kilómetros", explican los promotores, si bien se hace una "excepción" con los cítricos que llegan de Valencia. "Las personas que acuden –continúan– deben ser productores para eliminar intermediarios y fomentar la cercanía". Subrayan que Zaragoza es una de las ciudades "con más tierra fértil" en su periferia y lamentan que para 12.000 hectáreas productivas solo haya una treintena de hortelanos y el resto se destine a alfalfa y maíz.

Una de las claves del éxito es una ubicación que combina la visibilidad de la plaza del Pilar y la accesibilidad el tranvía. Cuando la plaza de Sinués se quedó pequeña, se estudiaron alternativas para el traslado, entre las que figuraban las plazas de San Francisco, de los Sitios y la Romareda. Tres años después de la mudanza parece que fue un acierto ir a la fuente de la Hispanidad, si bien se prevé que cuando concluya la obra del Mercado Central los puestos se monten en la zona de Murallas, donde ahora está la carpa provisional.

El único ‘handicap’ que encuentran los productores es "la creencia general de que la agricultura ecológica encarece el producto". No obstante, aseguran que los precios se ajustan más al vender directamente los agricultores, saltándose el paso de distribuidores e intermediarios. Además, aunque quizá sus hortalizas y piezas de fruta luzcan menos brillantes que en el súper, los responsables tienen claro que lo importante es el sabor y la calidad. "Los abonos químicos contienen sales y eso hace que los cultivos pidan más agua y absorban más líquidos. Así ganan en tamaño y pueden parecer más turgentes, pero después no tienen el mismo sabor y, además, precisan de conservantes artificiales", explican.

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