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López Simón corta dos orejas sin historia

El madrileño salió por la Puerta Grande de Zaragoza. Toreó junto al Fandi y Perera.

López Simón, saliendo por la Puerta Grande.
López Simón, saliendo por la Puerta Grande.
Raquel Labodía

Una tarde sin historia. Como la puerta grande, que simplemente se quedará en los números. Mera estadística que servirá, en un futuro, para justificar carteles como el de ayer. Un mal cambio de cromos.

Tres toreros quemados, a los que el sistema trata de imponer como reclamo, no consiguieron tirar de una afición que sigue mostrándose reticente a cuajar los tendidos en estas fechas. Y ayer, con más motivo. Un Fandi que acusa un bajón físico y dos apáticas figuras del toreo, quizá no eran el mayor atractivo. Ni la puerta grande consiguió despertar al respetable. Claro, que vaya dos orejas, señora presidenta. De regaliz.

Dos pañuelos blancos a la sin razón y al destoreo hicieron que ayer López Simón, tras su faena al tercero de la tarde, abandonase el coso de Pignatelli a hombros. Aseado de capa, con la franela recibió a su oponente con dos cambiados por la espalda en los medios y jamás se metió con él. Siempre acompañó los muletazos. Sin fajarse, anduvo muy fácil con un animal excesivamente noble. Le dejó estar incluso en unas ajustadas bernadinas en el tramo final y lo despidió con una estocada desprendida.

El de la jota fue un guapo burraco que acusó los dos puyazos que recibió y una fuerte voltereta. Sin embargo, le pesó más que su matador le acortase las distancias desde el principio. Simón lo encimó desde el primer muletazo y no dejó que el animal recuperase el aliento. Metido entre los pitones, compuso una faena larga y tediosa en la que ni siquiera los circulares tuvieron sentido.

El Fandi pudo cortar una oreja

El Fandi terminó su actuación con el abreplaza dando la vuelta al ruedo tras una petición que no fue atendida por el palco. El primero de la tarde quizá fue el que mejor estampa lució y uno de los que mejor condición desarrolló durante la lidia. Fandi, que puede presumir de tener uno de los mejores capotes del escalafón, anduvo fácil y variado en el primer tercio y resultó eléctrico en el segundo. En el de muerte fue un horror. Pese a que el animal tuvo ese punto de exigencia, se arrancó con alegría y se desplazó con clase y nobleza en la muleta de un Fandi que nunca dijo nada.

Al buen cuarto lo recibió rodilla en tierra y lo mareó en un interminable tercio de banderillas. Cuatro pares. Sólo valió uno. Con la franela nunca lo llevó toreado, lo dejó pasar a su altura sin mando ninguno y el animal terminópor aburrirse entre banderazo y banderazo. Nada.

Miguel Ángel Perera volvió a quedar inédito en Zaragoza y ya son muchas tardes de no decir nada. Ni está, ni se le espera. Con Sevilla y San Isidro a la vuelta de la esquina era arriesgado pensar que podía tirar de la tarde. Ni supo, ni quiso. Parece que sin el amparo del Juli, el extremeño no es capaz de ser de los mandones. Un torero que hace no mucho reventó Madrid, no puede venir a Zaragoza con esa actitud.

Con el sobrero de Arjona la faena nunca cogió vuelo. Lo intentó por la derecha, por la izquierda, por arriba y por abajo. Pero siempre mal colocado. Siempre fuera. Le bastó con una media para despedirlo.

El mulo que hizo quinto se desplazó sin emplearse en la muleta de Perera y el extremeño le hizo un favor al sastre. Impoluto. Siempre fuera de cacho, dibujó una interminable faena en la que nunca fue capaz de clavar las zapatillas. Mal.

Además, se guardó un minuto de silencio en memoria de Benjamín Bentura al romper el paseíllo y volvieron a destacar los subalternos Javier Ambel y Curro Javier, de la cuadrilla de Miguel Ángel Perera.

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