Tribunales

Multan con 804 € al autor de una paliza que dejó en coma a un zaragozano en Salou

El único agresor al que se pudo identificar ha sido condenado por una lesión leve, cuando el caso se empezó tramitando como tentativa de homicidio.

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La víctima, que prefiere preservar su intimidad, revisa la sentencia dictada por el juez de Tarragona.
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Si la Audiencia de Tarragona finalmente no lo impide, la paliza que dejó durante varios días en coma a un joven zaragozano en Salou y que le ha provocado considerables secuelas se castigará con una simple multa de 804 euros. Porque esa es la condena que ha impuesto el titular del Juzgado de lo Penal número 3 de la capital tarraconense a Karim Barkouz, la única de las personas a la que los Mossos d’Esquadra lograron identificar por la brutal agresión. El encausado ha sido condenado a indemnizar también con casi 15.000 euros a la víctima, pero dada su precaria situación económica será prácticamente imposible que cobre algo.

No conforme con la sentencia y dada la gravedad de los hechos y sus consecuencias, la Fiscalía ha recurrido el fallo para intentar que la Audiencia de Tarragona eleve el castigo y el acusado ingrese en prisión. De hecho, tanto esta como la acusación particular, a cargo del abogado José Antonio Rubio, acudieron al juicio solicitando una pena de tres años de cárcel. Cabe recordar que la paliza comenzó instruyéndose como una tentativa de homicidio y ha terminado sancionada como unas lesiones no agravadas.

No es nada habitual que una causa de estas características tarde más de siete años en tramitarse. Pero es lo que ha sucedido en esta ocasión, puesto que la paliza que mantuvo 16 días hospitalizado al zaragozano –doce de ellos, en la uci y varios, en coma– se produjo durante la madrugada del 2 de julio de 2011, cuando la víctima salía de la discoteca Enjoy, ubicada en la céntrica calle Murillo de Salou. Según el apartado de hechos probados de la sentencia, sobre las 5.40, el condenado y varias personas que nunca fueron identificadas rodearon al aragonés y los dos amigos que le acompañaban y empezaron a insultarlos y amenazarlos. Acto seguido, empujaron al primero e hicieron que cayera de espaldas al suelo, circunstancia que aprovecharon para propinarle golpes y patadas por todo el cuerpo.

¿Le golpeó con algún objeto?

Gracias a las declaraciones de los testigos, el juez pudo saber que, cuando la víctima intentó levantarse, el acusado le asestó un último y fuerte golpe en la cabeza, dejándolo inconsciente. La víctima aseguró que le atacaron con algún objeto contundente. Y en la misma línea declaró el relaciones públicas de la discoteca, quien presenció la agresión y dijo ver cómo el encausado «cogía algo de un árbol» para seguir golpeando con ese "objeto" al zaragozano.

Pese a contar con estos testimonios y con un informe forense que habla de un traumatismo craneoencefálico y otras muchas lesiones, el juez no consideró probado que el autor de la agresión empleara ningún tipo de objeto "específicamente peligroso para la vida o integridad física de las personas". "Ninguno de los testigos presenciales lograron aclarar el concreto empleo de algún objeto o bien las características del mismo", indicó el juzgador.

Pero no fue el uso de un palo, hierro u otro instrumento lo único que descartó el juzgador. Tampoco aprecia la existencia de alevosía en la forma de proceder del agresor. Es más, entiende que por cómo se desarrollaron los hechos, puede que algunas de las lesiones causadas no fueran ni siquiera pretendidas. "La propia pluralidad de las partes intervinientes lleva intrínseco que los golpes que propinan los atacantes puedan impactar en distintas partes del cuerpo de las víctimas (...), sin que ello pueda ser (algo) especialmente buscado para asegurar el resultado lesivo", señala el juez.

"Nunca seré el mismo: ocho años después, los dolores de cabeza son constantes"

Gabriel, que así se llama el zaragozano al que patearon la cabeza en Salou cuando tenía 28 años, asegura que lo ocurrido aquella fatídica madrugada le cambió para siempre la vida. "Nunca seré el mismo: ocho años después, me cuesta bastante expresarme y los dolores de cabeza son constantes", señala.

El joven, que es miembro de las Fuerzas Armadas, no termina de entender cómo unos hechos tan graves pueden terminar castigándose con una multa y una indemnización que quizás el agresor no pague nunca. "Intentaron llegar a un acuerdo antes del juicio, para lo que nos ofrecieron mil euros. Nos llegaron a aconsejar que los cogiéramos, porque de lo contrario, aún en caso de condena, puede que no cobrásemos un euro. Pero no podíamos aceptar aquello. Era una cuestión de dignidad", indica la víctima.

Lo que tampoco comprende este joven es que tenga que ser él quien pague la "incomprensible lentitud" de la Justicia. "Resulta que el caso se enquista ocho años en los juzgados y eso se convierte en una atenuante muy cualificada para el acusado", dice. Ahora, tanto él como su abogado, José Antonio Rubio, confían en que prospere el recurso de la Fiscalía y la Audiencia de Tarragona acabe metiendo en prisión al agresor.

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