zaragoza

Grito unánime en la calle por la igualdad

La marcha feminista convocada por la Asamblea 8-M fue secundada por miles de personas en todo su recorrido. En un ambiente festivo reclamaron medidas contra la violencia machista y exigieron acabar con la brecha salarial.

Aunque fueron decenas de miles de voces distintas, el grito fue unánime: igualdad. La protesta contra el machismo y las brechas de género volvió a desbordar ayer el corazón de Zaragoza, con la misma fuerza que el año pasado. Con el lema "Si nosotras paramos, se para el mundo", una kilométrica manifestación pidió el fin de la discriminación y de todas las formas de violencia contra la mujer. Las pancartas se contaban por cientos y miles eran los pañuelos morados anudados al cuello. En la protesta participaron mujeres de a pie, hijas, nietas, representantes de los barrios, los sindicatos, las asociaciones de inmigrantes e, incluso, un triángulo de tela recordaba a las ausentes, como las asesinadas a manos de sus parejas.

Más de una hora costaba ver pasar la marcha entera. Y casi una hora también estuvieron parados algunos colectivos a la salida, dado que la cabeza partió de Gran Vía puntual a las 19.00, pero diversas asociaciones se fueron sumando desde la glorieta de Sasera y los paseos de Pamplona y de Sagasta. Todos estaban ávidos por participar de las batucadas y de los cánticos que no dejaron de resonar toda la tarde, apuntalados por un carrito con altavoces que, no casualmente, estaban atados con sujetadores. Finalmente, en la plaza de España, ya cerca de las 21.30, se leyó un manifiesto que se recordaba que el patriarcado adopta mil y una formas distintas: se esconde en unos cánones de belleza dañinos, en el sexismo en los medios de comunicación o en la discriminación laboral.

"Esta movilización es el colofón de un gran año de trabajo", decía ayer Virginia Maza, en representación de la Asamblea 8-M Zaragoza, augurando que se batiría un récord de participación. Independientemente de las cifras, Maza añadía que "la huelga feminista va mucho más allá de lo que se puede contabilizar" porque "las mujeres han parado de cuidar, de cocinar, de estar dejándose la piel, y han dicho “hoy es nuestro día”, nos paramos para demostrar que, sin nosotras, también se para el mundo".

En la cabeza de la marcha se quiso dar visibilidad a las mujeres que habitualmente acostumbran a estar lejos de los focos: "Mujeres en situaciones de conflicto y mujeres de barrio, que se han dejado la piel para que esto sea realidad", explicaron los organizadores. También recordaron que muchas jóvenes estaban haciendo doblete después de la manifestación estudiantil de la mañana que fue de récord. 

"Sin feminismo no hay revolución», «Si nos tocan a una, nos tocan a todas» o «La calle, la noche, también son nuestras" fueron algunos de los lemas que se corearon, al tiempo que se abrían algunos botes de los que emergían columnas de humo morado. La jornada era propicia (a las ocho de la tarde aún permanecían los 14 grados) y la sensación de que "ha llegado la hora de tomar medidas reales para avanzar hacia una sociedad más justa" parecía un sentimiento compartido. Ana Asensio, que también ejercía ayer la portavocía de la Asamblea 8-M Zaragoza, ponía el acento en que el día era tanto de reivindicación como de celebración. Las columnas de los distintos barrio (del Sur, Delicias-Almozara, Margen Izquierda, Gancho-Casco, Torrero, San José-Las Fuentes) fueron nutriendo de más y más gentío la marcha, que llegó a ocupar todo el paseo de la Independencia de principio a fin.

Entre la marabunta una niña preguntaba por qué sobrevolaba sus cabezas un helicóptero de la policía, mientras que su hermano en lugar de al cielo prefería mirar una pintada (‘Estado=patriarcado’) aún fresca en el asfalto. "A mí me preocupa mucho lo asentado que está el machismo en el lenguaje cotidiano. Cualquiera sigue riendo chistes que denigran a las mujeres", decía Lorena Francisco, con su hija, de apenas 7 años, de la mano. A su lado, Patricia Lázaro, exhibía una pancarta en la que se leía "Yo te creo hermana" –en apoyo a la víctima de La Manada– y ponía el acento en que "el poder judicial se ha quedado muy atrás en lo referente a políticas de igualdad".

Entre los más de mil motivos que los convocantes argumentaban para manifestarse también figuraban los de exigir "pensiones justas y dignas para las personas que se dedican a los cuidados" o la necesidad de alcanzar la equiparación salarial con los hombres porque "la pobreza cada vez adquiere un rostro más femenino".

"Ya vinimos el año pasado y volveremos todas la veces que haga falta. Contra las injusticias y desigualdades una nunca se cansa de gritar", decía María Lapeña, con su nieto de nueve años de la mano. Al chaval le habían explicado que, si no existieran mujeres como Hermione, Harry Potter hubiera muerto en el primer libro y, en consecuencia, ayer estaba encantado celebrando el ‘girl power’. Su abuela le hacía ver que mucho más valiosas que la ficticia heroína del relato, eran las miles de mujeres reales que marchaban a su lado.

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