Una tercera parte de los árboles singulares de Zaragoza ha muerto

Desde 2005, han desaparecido 17 de los 57 árboles incluidos en el ‘Catálogo de Árboles y Conjuntos Singulares’ del Ayuntamiento de la capital aragonesa.

La acacia singular del Parque Bruil que cayó derribada por el viento en 2014.
La acacia singular del Parque Bruil que cayó derribada por el viento en 2014.
Juan Pablo Castro

‘La maldición de los árboles singulares de Zaragoza’. Con este enigmático título se presenta la charla que el geólogo Juan Pablo Castro ofrece este viernes, 1 de febrero, en la sede de la Asociación Naturalista de Aragón (Ansar). Podría tratarse del encabezamiento de una trama literaria, pero es una realidad que lleva años azotando a estos ejemplares protegidos.

Desde 2005, han muerto 17 de los 57 árboles incluidos en el ‘Catálogo de Árboles y Conjuntos Singulares’ del Ayuntamiento de Zaragozaen el que están registrados los ejemplares únicos que destacan por su antigüedad, tamaño, singularidad o relevancia histórica.

Se trata del 30%, casi una tercera parte. Además, el 90% de los 11 conjuntos o arboledas singulares que también se incorporaban en esta guía ha perdido ejemplares o ha sufrido importantes daños.

“Parece haber una maldición sobre ese listado de árboles. Algunos han sido derribados por tormentas, otros por temporales de nieve, que parece mentira en Zaragoza… Otros han sido talados no se sabe muy bien por qué...”, comenta Castro, que también forma parte del grupo de Botánica de Ansar. El problema, según el experto, es que “no se ha hecho casi nada” para proteger estos ejemplares, pese a que el objetivo del catálogo del Consistorio era precisamente salvaguardarlos frente a posibles amenazas, también de proyectos urbanísticos.

“Los árboles de gran porte que puedan verse afectados por reformas integrales o por proyectos de urbanización de una determinada zona ya no se concebirán como elementos irrelevantes en el diseño urbano. Ya nunca más serán las últimas partes que se atienden en una supuesta intervención. Todo lo contrario. Estos árboles pasan a ser seres de capital importancia y con peso específico a la hora de marcar las prioridades urbanísticas”, rezaba el prólogo del catálogo.

En 2013, el Ayuntamiento aprobó una nueva ordenanza de protección del arbolado urbano, que establecía que la tala de árboles de interés social solo podría tener lugar en casos de enfermedad, daño irreparable, riesgo de caída o por cumplimiento de las normas de especies invasoras. Pero para entonces, tal y como explica Castro, ya habían muerto 9 de los ejemplares catalogados en 2005.

Árboles singulares desaparecidos

Entre los árboles desaparecidos se encontraban una morera de la calle Galiay (nº 20 del catálogo), que fue talada en 2006 tras caérsele una rama y considerarse que estaba muy deteriorada; un sauce llorón del andador Mauricio Aznar en el Canal Imperial (nº 47), cortado por la guardería fluvial de la CHE en 2007 alegando “motivos de seguridad”; o una acacia del paseo de Echegaray y Caballero (nº 14), perteneciente a un conjunto “probablemente de la década de 1890”, según indica el propio catálogo, que también acabó siendo talada.

Pese la nueva ordenanza de 2013, los árboles singulares siguieron desapareciendo. Entre ellos, el laurel de la cárcel de Torrero (nº 9), amenazado desde el cierre de la prisión por un proyecto de construcción de viviendas que finalmente no se llevó a cabo. Sin embargo, tras sufrir una nevada en 2005 y un vendaval con rachas de 100 km/h en 2009, y por la “falta de mantenimiento”, acabó secándose y desplomándose en 2015.

La misma suerte corrió una acacia del Parque Bruil (nº 12), derribada por el viento en 2014. También un álamo de la plaza del Portillo (nº 40), una acacia de Compromiso de Caspe (nº17) o un cedro del parque Torre Ramona (nº 25). Y así hasta un total de 17 ejemplares que han desaparecido desde 2005.

Falta de mantenimiento

Pero, ¿a qué se debe la desaparición de estos árboles? ¿es una cuestión de envejecimiento o es por falta de mantenimiento? Juan Pablo Castro lo tiene claro: “Ha habido de todo. Todos los ejemplares, cuando se catalogaron, ya tenían cierta edad, entonces, que en solo unos años desaparezcan tantos… no se puede dejar solo a una cuestión de envejecimiento. No se han estado cuidando. Son árboles que necesitan mantenimiento, estar pendientes de ellos. Se catalogaron, pero no se ha hecho mucho por conservarlos. No llegó a tomarse en serio, ha habido dejadez”.

Para el experto, “talarlos sería la ultimísima opción”, puesto que “un árbol catalogado es como un monumento: se apuntala la fachada, pero no se derriba”. “Mientras el árbol singular esté vivo, no hay que talarlo bajo ningún concepto. De viejos van a terminar muriendo, pero hay que intentar que se conserven. Algunos se han talado con demasiada alegría”, añade.

Entre las medidas alternativas a la tala, se encuentran el seguimiento continuado del árbol singular, la toma de medidas estrictas durante las obras, el estudio del sistema de riego (por exceso o escasez) o la instalación de sistemas de anclaje y apoyo.

Amenazados y en mal estado

Actualmente, hay 5 ejemplares singulares “en tan mal estado que su supervivencia es casi imposible”, destaca Castro. Algunos de ellos son un chopo de Las Fuentes (nº 41), una acacia del paseo de Ruiseñores (nº 13) o un álamo de La Almozara (nº 38). Su desaparición elevaría hasta el 38% los árboles catalogados como singulares en Zaragoza que han muerto.

Asimismo, cerca de una decena de ejemplares singulares se encuentran amenazados. Cuatro de ellos están catalogados como especies invasoras y podrían ser talados, ya que la legislación es “confusa”. Sin embargo, Castro considera que esa medida está más enfocada a entornos naturales, en los que se pueden expandir, no así en la ciudad: “Lo que hay que hacer es no plantar más árboles de esas especies, pero no está justificado que en una ciudad se talen esos árboles antiguos”.

Otras amenazas para los árboles singulares son las plagas, especialmente la del picudo rojo, o las obras urbanísticas, como la de la hipotética segunda línea del tranvía, que podría afectar a los ejemplares singulares del paseo de la Constitución.

Desde Ansar, se quiere incidir en la importancia de preservar estos árboles singulares y en ello se centrará la charla de Juan Pablo Castro de este viernes en la sede de la Asociación (calle Armisén, 10), a las 20.

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