Al banquillo por hacerse pasar por distribuidor de bicis para estafar a un gimnasio de Zaragoza

El acusado, que se enfrenta a una pena de tres años de prisión, se embolsó 9.000 euros en la operación. Cuando el dueño del centro deportivo llamó a la mercantil que vendía las bicicletas para comprobar que el trato era correcto, por error, identificaron al presunto estafador como uno de sus comerciales.

Imagen de archivo de una sesión de 'spinning' en un gimnasio.
Imagen de archivo de una sesión de 'spinning' en un gimnasio.
Oliver Duch

La Audiencia de Zaragoza sentará el próximo 26 de febrero en el banquillo a Ramón R. M., para el que la Fiscalía y el dueño de un gimnasio de la capital aragonesa piden una condena de entre dos y tres años de cárcel por una venta fantasma de bicicletas. Según las acusaciones, el encausado se hizo pasar por comercial y representante de una empresa suministradora de material deportivo para cerrar la operación y embolsarse 11.000 euros.

Los hechos se produjeron en el verano de 2013, cuando el presunto estafador se presentó en las instalaciones del gimnasio –en la calle del Arzobispo Morcillo de Zaragoza– y se ofreció a intermediar en la operación con su dueño. Según pone de manifiesto el ministerio público en su escrito de acusación, Ramón R. M. sabía que el empresario estaba interesado en la compra de las bicicletas y que incluso había entablado contactos con la mercantil Bodytone International Sport S. L., de ahí que se hiciera pasar por el distribuidor de esta en la provincia de Zaragoza.

Tras una serie de entrevistas, el falso comercial presupuestó en 24.750 € las 55 bicicletas que quería adquirir el gimnasio. Es más, asegura la Fiscalía que el encausado y el responsable del centro deportivo pactaron una primera entrega de 22 bicis por 11.000 euros.

El comprador llamó a la mercantil para asegurarse de que todo estaba en orden. Fue entonces cuando un representante legal de Bodytone International Sport S. L., creyendo erróneamente que el acusado era uno de sus distribuidores, le confirmó que el pedido era correcto. Y eso fue lo que llevó al denunciante a adelantar el pago de 11.000 euros en varias entregas. Los primeros 9.000 se los quedó el ahora encartado, mientras que los otros 2.000 los abonó el comprador mediante transferencia a la propia mercantil.

Dado el error cometido, el dueño del gimnasio pide que se declare responsable civil subsidiaria a la empresa vendedora.

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