La basura llama a la puerta de los vecinos de la calle Tomás Anzano, en Montecanal

Los contenedores, situados en esta vía de Montecanal desde hace cinco años, están desbordados a menudo y hace unos días los propios vecinos tuvieron que sofocar un pequeño conato de incendio que se produjo junto a ellos.

La basura llama a la puerta de los vecinos de la calle Tomás Anzano, en Montecanal
La basura llama a la puerta de los vecinos de la calle Tomás Anzano, en Montecanal
Heraldo.es

Algunos residentes de la calle Tomás Anzano, en el barrio de Montecanal, denuncian que llevan años viendo cómo la basura y los desperdicios se agolpan a las puertas de sus casas a causa de unos contenedores que no dan abasto. Una situación que se ha agravado especialmente durante las fiestas navideñas, dada la gran cantidad de residuos que generan las celebraciones y los embalajes de los regalos.

El problema afecta, principalmente, a los vecinos que viven frente a la intersección con Lorenzo Normante, justo donde están colocados los contenedores desde hace más de un lustro. Antes, estaban situados detrás de un supermercado “Todo comenzó cuando cambiaron la dirección de la calle. Decidieron trasladar los contenedores porque los camiones tienen la carga y descarga a la derecha”, explica una de las vecinas afectadas. A partir de entonces, los depósitos comenzaron a saturarse y a generar malos olores y otras molestias a quienes cada día conviven cerca de ellos.

Una de las causas del problema, según esta vecina, es la escasez de contenedores normales en el barrio vecino de Valdespartera. “Tienen muchos contenedores soterrados, pero los desperdicios de gran tamaño, como cartones o bolsas grandes no caben bien ahí, por lo que la gente que no puede tirarlos en su barrio los carga en el coche y los deja aquí, porque son los primeros contenedores que se encuentran. Yo lo entiendo”, comenta la residente.

Los vecinos aseguran que la situación ya ha sido comunicada en reiteradas ocasiones al Ayuntamiento de Zaragoza a través de escritos, aunque, por el momento, nada ha cambiado. “Nos dicen que lo lamentan, pero que no hay otra posibilidad”, explica la vecina. Las propuestas de los afectados pasan por mover los contenedores para devolverlos a su posición original o trasladarlos unos cien metros hasta la pared lateral del instituto de Valdespartera. “Con eso valdría y, además, los vecinos de este barrio lo tendrían más a mano”, considera.

Además, según los vecinos, los contenedores afectan a la visibilidad del paso de cebra que hay justo detrás de ellos, aunque para solucionar este problema, el consistorio colocó un aparcamiento para motos entre el cruce y los contenedores.

Olores, ruido y hasta conatos de incendio

Los vecinos achacan el problema a la inadecuada frecuencia de recogida de residuos y a la falta de civismo de algunos ciudadanos, que depositan en los contenedores y sus alrededores objetos que deberían ir directamente a un punto limpio. “Somos muy incívicos”, lamenta la residente, que explica, en muchas ocasiones, su descanso se ve interrumpido por el ruido de los camiones de basura. “Es infernal, sobre todo si el dormitorio te da a esa zona de la calle, aunque ya casi nos hemos acostumbrado”, dice resignada.

Y es que los olores y el ruido son problemas menores comparados con lo que sucedió hace unos días, cuando unos cartones depositados fuera de los contenedores comenzaron a arder y se produjo un conato de incendio. “Unos chavales pasaron por aquí y debieron de echar alguna colilla. Cuando salí al jardín vi unas llamas y unos cartones encendidos. Inmediatamente apagué el fuego con cubos de agua”, cuenta la vecina, que asegura que temían que algún día pasara algo así y se pregunta “si hace falta que ocurra una desgracia para que se actúe”.

“Reciclar es casi imposible”

Los contenedores colocados en esta calle son cuatro y corresponden a vidrio, orgánico, plástico y papel, para que los vecinos puedan separar los residuos correctamente. No obstante, como a menudo los depósitos están desbordados, las bolsas de una y otra materia se entremezclan fuera de ellos, por lo que “el reciclaje es prácticamente imposible”.

Para esta vecina, docente de profesión, esta es una de las cuestiones que más le preocupa a la hora de educar a las generaciones futuras en el hábito de reciclar. “Los contenedores están cerca de una escuela infantil y tienen dos colegios justo enfrente, por lo que los niños y adolescentes que estudian ahí se encuentran con este panorama. Creo que hay que predicar con el ejemplo”, concluye.

Otro vecino de la zona asegura que, más allá de este problema en concreto, es necesario que en las ciudades se plantee “otra filosofía de reciclaje”. “Lo que ocurre es algo más amplio”, asegura este residente, que considera que “hay demasiados contenedores de vidrio” y que deberían estar insonorizados, como ocurre en otros lugares. No obstante, advierte que la idea es “seguir insistiendo” para que cambien de sitio los contenedores que tantas molestias les causan, aunque reconoce que tienen “pocas expectativas de que el problema se arregle”.

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