"Quiero un trabajo donde me han salvado la vida"

Un superviviente del incendio de tapicerías Bonafonte (1973) reclamó un empleo en el hospital Miguel Servet y lo consiguió.

Los bomberos intentando sofocar el incendio en Tapicerías Bonafonte en Zaragoza el 11 de diciembre de 1973.
Los bomberos intentando sofocar el incendio en Tapicerías Bonafonte en Zaragoza el 11 de diciembre de 1973.
Luis Mompel / Archivo Heraldo

La tragedia del incendio de tapicerías Bonafonte que ocurrió hace 45 años (el 11 de diciembre de 1973) y provocó la muerte de 23 obreros y obreras, tuvo una parte amable con algunos de los supervivientes porque el Ayuntamiento de Zaragoza les consiguió un empleo.

Esa es la historia de Jesús Aranda, que se salvó de milagro, cuando los bomberos (entre los que tenía un tío y un primo) lo pudieron extraer de la empresa a través de una claraboya de cristal que rompieron y acabó con cortes por todo el cuerpo. Su hija Merche recuerda que fue de los más afectados con el incendio porque después de sobrevivir las llamas sufrió con problemas respiratorios hasta su muerte.

"Mi padre intentó salir por la persiana, pero no pudo. Se cruzó con una compañera que estaba embarazada y la dejó pasar para que se salvara, pero ella falleció", rememora Merche Aranda. "Estuvo ingresado desde el 11 al 22 de diciembre, el día de la Lotería, y era de los más graves, junto a Mari Luz Malo (salió unos días después). Los dos tenían un nicho reservado para enterrarlos junto al resto de compañeros porque estaban muy cerca de morir. Finalmente, se salvaron", agrega.

Cuando estaban ingresados en el hospital Miguel Servet, los trabajadores recibieron la visita del ministro de Trabajo , Licinio de la Fuente,  y habló con ellos para que al recuperarse se pusieran en contacto con él para proporcionarles un puesto de trabajo o lo que necesitarán.

Al salir del hospital, cada uno de los supervivientes se puso en contacto a través del alcalde de Zaragoza, Mariano Horno Liria, y les preguntaron que dónde querían trabajar. Mi padre fue el primero en contestar: "Quiero un trabajo donde me han salvado la vida". A él le siguieron los trabajadores Mari Luz, Ángel y Miguel, para el mismo lugar.

La familia de Jesús Aranda se puso en contacto con Puyalón para darles las gracias por haber reclamado una placa que recuerde a los obreros de tapicerías Bonafonte.

Luis Guillén, que era oficial de primera en la fábrica y ha relatado a HERALDO, fue el único que no tuvo el puesto de trabajo en el hospital Miguel Servet de celadores y consiguió otro a través del responsable de la Mutua de Zaragpza donde lo atendieron.

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