Treinta años del belén montañero en el Pico del Rayo, en la sierra de Vicort

Un grupo de amigos de la colonia de Nuestra Señora de Pietas asciende a esta cumbre cada diciembre desde 1990 para colocar el nacimiento.

Los montañeros colocan el belén en la cima del Pico del Rayo (1.427m).
Los montañeros colocan el belén en la cima del Pico del Rayo (1.427m).
T. U.

Con la mochila cargada con la mula, el buey, el niño Jesús, la Virgen María, San José y los demás elementos presentes en el nacimiento, un grupo de amigos vecinos de Zaragoza y provincia lleva cerca de 30 años ascendiendo cada mes de diciembre al Pico del Rayo (1.427m), en la sierra de Vicort, para instalar su particular belén montañero. En esta ocasión, como en muchas otras, eligieron el puente de la Inmaculada Concepción para salir de excursión.

La idea comenzó en 1990, cuando Tomás Urzanqui, promotor de la actividad y gran aficionado a la montaña, decidió organizar un evento en el que pudieran participar los amigos de la colonia veraniega Nuestra Señora de Pietas, perteneciente al término municipal de El Frasno. “Yo ya había ido a otros belenes y pensé: ‘¿por qué no puedo poner mi propio belén en Pietas?, siendo que tenemos una montaña que es muy importante...”, recuerda Tomás. Y así lo hizo.

El primer año solo le acompañó un vecino, pero poco a poco se fue sumando más gente. “Estuvimos dos o tres años subiendo pocos y luego se popularizó. Además, a mi mujer se le ocurrió hacer una judiada y aquello aún animó más. Ahora a veces vamos hasta veintitantos y mucha más gente no sube porque se ha hecho mayor”, relata. Desde entonces, no han dejado de hacerlo ni un solo año, “haga ventisca, llueva o nieve”.

La ascensión requiere cierta forma física, pues cuenta con 700 metros de desnivel y unas 5 horas de duración. El grupo parte de la puerta de la ermita de Pietas y realiza el recorrido por una senda que, en ocasiones, presenta tramos cubiertos por la maleza, por lo que los montañeros aprovechan la ocasión para realizar una labor de limpieza. “A veces, tenemos que llevar hasta tijeras porque el camino lo invaden las zarzas o las jaras y se van cerrando los caminos. Aprovechamos a ir más gente para ir cortando y manteniendo el camino”, explica Urzanqui.

Este año han subido hasta el Pico del Rayo 14 personas, casi todas de Zaragoza (algunas con casa en Pietas) y de Añón de Moncayo, aunque otras veces también han participado vecinos de El Frasno, Tarazona u otras localidades cercanas. Tras dos horas y media de ascenso y una vez en la cima, el grupo canta villancicos, brinda con moscatel y coloca cuidadosamente el belén.

Las figuras del nacimiento se han renovado este año, ya que algunas estaban deterioradas o se habían perdido. “La problemática que tiene es que ahí tan pronto hace ventisca como llueve, y las figuras pierden color o se extravían entre la nieve. Por eso, procuramos que no sean de valor”, cuenta Tomás. Para proteger las nuevas piezas, las subieron en una caja de fruta y las instalaron en la cima al resguardo de una pila de piedras colocadas estratégicamente.

La bajada es algo más ligera y se hace en unas dos horas, sobre todo por el aliciente del almuerzo que prepara un pequeño grupo que no realiza la ascensión, pero que es clave en la actividad. “Bajamos todos pensando en las judías. La comida la hacemos en mi casa de Pietas y la gente se lo pasa muy bien porque seguimos la celebración”, apunta el montañero.

El Pico del Rayo, un observatorio de excepción

La elección del enclave del Pico del Rayo no es casual, ya que es un punto estratégico para observar el entorno. “El Pirineo se ve fenomenal y cuando hace un día claro y está nevado, se ven los Picos de Urbión o Navacerrada. Desde la cima también se ve el Moncayo, Guadarrama… Es un balcón para ver el paisaje impresionante”, detalla Tomás.

El pico es la cumbre más elevada de la sierra de Vicort, con 1.427 metros de altitud, lo que lo convierte en un “punto estratégico para la visibilidad”. Además, se encuentra rodeado por los ríos Perejiles, al sur, Grío, al norte, y Jalón, al oeste.

En este privilegiado lugar permanecerá el belén montañero hasta el año que viene, cuando allá por el mes de febrero o marzo Tomás vuelva para recogerlo. “A retirarlo suelo ir yo solo, pero si hay nieve, a veces le digo a los compañeros de ir con los esquís”, señala.

El objetivo es mantener esta ya arraigada tradición hasta que “las fuerzas aguanten”, si bien el montañero confía en encontrar sucesores para que perdure en el tiempo y no se pierda una actividad que tan buenos momentos ha traído a los amigos de esta pequeña colonia de Pietas.

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