Un mercado descapotable

Durante unos días, hasta que comience a instalarse la nueva cubierta, se puede ver la estructura del Mercado Central a cielo abierto.

Las obras de rehabilitación de la antigua lonja continúan a buen ritmo.
Las obras de rehabilitación de la antigua lonja continúan a buen ritmo.
Oliver Duch

Las obras de rehabilitación del Mercado Central no dejan de ofrecer curiosas estampas. Hasta que comience a montarse la nueva cubierta, estos días la estructura que allá por 1895 ideó el arquitecto Félix Navarro luce completamente diáfana y, también, a cielo abierto. Se ha retirado la antigua techumbre y ahora lucen los tirantes metálicos desnudos, que son visibles desde cualquier rincón de César Augusto o la calle de Salduba. Con esta intervención concluyen todas las demoliciones, dado que solo faltaba acabar de quitar tanto la chapa de la impermeabilización como el revestimiento de madera de la cubierta.

No cambiará mucho esta estética cuando se dé el próximo paso en la rehabilitación, porque la nueva cubierta será transparente. Se trata de una suerte de cubo de cristal que permitirá ver lo que se cuece en la lonja desde la calle sin necesidad de entrar en ella. En los próximos días se irá reforzando los pilares y toda la parte aérea para acoger la nueva estructura. Explican los expertos que habrá que cruzar una serie de tensores por las vigas laterales y que el momento más ‘espectacular’ de los trabajos será cuando se coloque la cubierta y lleguen los cerramientos de cristal de las fachadas.

La obra avanza según los plazos previstos, por lo que el grueso del nuevo mercado podrá verse el próximo verano. Eso sí, como habrá que adecuar los nuevos puestos y acondicionar todo el interior, el estreno se retrasará, al menos, hasta las próximas fiestas del Pilar. Las vigas y viguetas se han pintado de color gris tras descartar una paleta de más de doce tonos distintos que se fueron rascando en las columnas y que descubrieron las distintas manos de color (hasta catorce repinturas) que ha tenido el mercado a lo largo de más de cien años. Aunque en un principio se pensó en dejar el tono blanco que proporciona el tratamiento de ignifugado, el más sufrido y discreto gris parece que se aproxima al color que había en 1908 durante la exposición internacional Hispano-Francesa.

Durante los doce meses de reforma se están haciendo fotografías cada hora para completar un ‘time lab’ en el que se vea toda la evolución. Este podrá verse en una exposición temporal que se hará en la misma lonja cuando reabra sus puertas. En paralelo al avance de los trabajos, los detallistas ultiman estos días la que será su primera campaña de Navidad (y si nada se tuerce también la última) en la carpa provisional levantada junto a San Juan de los Panetes. Se están preparando una serie de talleres y 'shows' en sintonía con la feria navideña de la plaza del Pilar para incentivar las ventas.

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