La batalla vecinal contra el ruido se recrudece

Siete asociaciones se reúnen en una plataforma para defender su derecho al descanso nocturno. El sonómetro de una entidad detecta que el Tubo supera los decibelios permitidos el 57% de los días.

Pese al frío, las calles de el Tubo esta pasada semana también registraron una buena ocupación.
Pese al frío, las calles de el Tubo esta pasada semana también registraron una buena ocupación.
Aránzazu Navarro

"Hay gente que los fines de semana se va a dormir fuera". En algunas calles de Zaragoza, el ruido exterior entra en la intimidad de los hogares hasta tal punto que acaba expulsando casi literalmente a sus habitantes. El problema no es nuevo, pero ahora sus damnificados empiezan a organizarse. Ha habido siete asociaciones que se han agrupado en la Plataforma de Afectados por el Ocio Nocturno, y los métodos de algunas de ellas se han sofisticado.

Una de estas entidades se ha empeñado en plasmar en números la realidad que sufren los vecinos. En una calle del Tubo –que prefieren no identificar– han instalado un sonómetro que mide el nivel de ruido durante las 24 horas. El aparato toma una muestra cada cinco segundos, por lo que cada mes se hacen unas 500.000 mediciones. Y los resultados son clarificadores: durante 123 días (los meses de julio, agosto, septiembre y octubre) se superaron los límites que marca la ley en 70, es decir, en el 57% de las noches.

Las mediciones, que ha recopilado la empresa especializada BlueNoise, dejan claro que los mayores problemas se concentran en el fin de semana. Todos los jueves, viernes y sábados de esos cuatro meses se rebasaron los límites de presión sonora continua permitidos entre las 23.00 y las 7.00. Por la noche, la normativa dice que en zonas residenciales este índice (denominado Ln) debería estar por debajo de 55 decibelios. Sin embargo, los fines de semana se rebasan con facilidad los 60, y algunos días (como el pasado 13 de octubre, sábado del Pilar) se sobrepasan los 72.

"Esto pueden parecer datos, pero detrás hay un problema grave, porque esta situación produce perturbaciones en la salud", comenta Antonio Pérez, de Stop Ruido Casco Histórico, la asociación de vecinos que está detrás de esta iniciativa. Nacieron centrados en el Tubo, pero ya han extendido su radio de acción a todo el Casco Histórico. Según apunta Pérez, las zonas que más sufren el problema del ruido son las calles del Tubo, la calle Mayor, San Jorge, Refugio, Dormer, Juan de Aragón y Espoz y Mina, así como las plazas del Pilar, Santa Marta, San Pedro Nolasco y Santa Cruz.

Según apunta, la asociación "no está en contra del ocio", pero sí se enfrentan "al ocio indiscriminado, descontrolado y aberrante". El problema del ruido se focaliza, especialmente, en las noches del Casco. Precisamente cuando la normativa dice que menos ruido debería haber en la calle, es cuando más presión sonora hay. "A mí me despiertan todas las noches", ejemplifica el propio Antonio Pérez.

Según los datos que arroja el sonómetro del Tubo, los niveles medios más elevados entre el 16 de julio y el 31 de octubre, por horas, se dieron a las 2.00 (66,4 decibelios). Entre las 21.00 y las 3.00, en todos los tramos horarios se superan al menos los 62 decibelios (la ley dice que en esos momentos debería haber menos de 55). Sin embargo, durante el día, cuando el límite legal sube hasta los 65 decibelios, el sonómetro da unos registros medios de por debajo de los 60.

Un viejo problema

Los problemas que genera el estruendo provocado por bares, gente y vehículos –principalmente– no son nuevos en la ciudad. Los vinculados al ocio nocturno, además, traen asociados otros inconvenientes para los vecinos. "Hay suciedad en las calles, la gente orina, golpea los cubos de basura contra las persianas de los bares, entran en nuestros edificios...", lamenta Pérez.

Ante el problema del ruido, siete asociaciones vecinales se han unido en torno a la Plataforma de Afectados por el Ocio Nocturno de Zaragoza. Su objetivo es "preservar la salud pública de los vecinos y sus derechos fundamentales", recogidos en un amplio catálogo de normativas, desde la Constitución a las ordenanzas municipales, pasando por leyes europeas o autonómicas. Entre sus objetivos figura hacer campañas de sensibilización, elaborar un mapa del ocio nocturno de Zaragoza y exigir el cumplimiento por parte de las autoridades de las leyes que rigen el ruido.

Una de estas asociaciones, la de La Huerva, ya ha conseguido varias pequeñas victorias en su guerra contra el ruido en el Rollo. Se trata de otra de las zonas que más sufre el ocio nocturno, con el resurgir de varios bares y el consumo de alcohol en la calle. Su último triunfo ha llegado en forma de auto judicial. El titular del Contencioso-Administrativo número 2 de Zaragoza determinó que el propietario y el personal del bar La Enagua se ocupen personalmente de evitar el botellón a las puertas del local.

Se acaba así con la máxima de que los bares se desentienden de lo que ocurra de puertas afuera de su local, al constatar el juez que gran parte del negocio de este establecimiento es vender alcohol que se acaba consumiendo en la calle. Un punto de esperanza para quienes afrontan la dura batalla de acabar con el ruido que acaba por invadir sus hogares.

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