La Zaragoza de Santisteve

Pedro Sanstisteve, en una imagen de archivo
Santisteve: "Este gobierno ha actuado con absoluto respeto a la legalidad"

El pleno del Ayuntamiento de Zaragoza afronta desde hoy un nuevo debate sobre el estado de la ciudad. Por ser el último del mandato, debería deparar un análisis global sobre los cuatro años de este gobierno, pero acabará convertido en un mitin preelectoral con muchas voces y pocos oídos. No suelen aportar demasiado este tipo de citas, escasamente interesantes y poco creíbles para los ciudadanos, así que tampoco se espera que esta vaya a ser excepción. Al contrario, la proximidad de las elecciones tenderá a contaminar el fondo y posiblemente hasta las formas. Si así ocurre, habremos perdido la oportunidad de reflexionar sobre si Zaragoza está mejor o peor que en 2015, cuando ZEC se hizo con la Alcaldía en una clamorosa minoría que ha tenido que apuntalar el PSOE. Aunque la pregunta es gruesa, una rápida mirada atrás nos devuelve a un momento en el que discurso del actual gobierno municipal ponía el énfasis en la crisis económica y en la emergencia social, su gran reto y prioridad. Debe estar superada porque nadie habla de ella, y el empeño ha tenido que resultar más sencillo de lo esperado, pues ha habido ejercicios en los que ni siquiera se ha cumplido el presupuesto de gastos para acción social. Por lo demás, el consistorio está enquistado en la crispación política y la ciudad, en casi todo. Las farolas se encienden cada noche y el agua sale por los grifos todos los días, pero no hay un proyecto de futuro, faltan empresas o inversores que nos pretendan, escasean las ilusiones colectivas y el nombre de Zaragoza apenas trasciende más allá de las provocaciones y las ocurrencias a las que nos tiene acostumbrados el equipo del alcalde Pedro Santisteve. Mejorar, lo que se dice mejorar… Poco o nada.

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