Una comunión en Zaragoza acaba con un invitado en el quirófano y otro en prisión

Un juez acaba de condenar a un hombre por estampar un vaso "de culo grueso" a otro en el rostro y provocarle un grave traumatismo en el ojo izquierdo que lo tuvo seis meses de baja y le ha dejado secuelas.

Puerta de Urgencias del hospital Miguel Servet, en Zaragoza.
Puerta de Urgencias del hospital Miguel Servet, en Zaragoza.
Oliver Duch

Dos años y medio de cárcel y 25.298 euros en concepto de indemnización. Esa es la condena que acaba de imponer un juez de Zaragoza a Antonio R. B. por estampar un vaso de cristal en la cara a un hombre cuando trataba de poner paz en una discusión iniciada por una disputa nimia entre dos niños durante la celebración de sendas comuniones en un restaurante de la capital aragonesa.

El ataque se produjo de forma súbita e inesperada cuando la víctima se encontraba de espaldas, por lo que no tuvo ninguna capacidad de reacción. De ahí que el agresor haya sido condenado por un delito de lesiones con instrumento peligroso y que concurra la circunstancia agravante de alevosía.

Los hechos se produjeron el 30 de abril de 2017 y las consecuencias fueron bastante importantes. Según el parte médico, el agredido llegó al hospital Miguel Servet con un traumatismo en el ojo izquierdo con fractura con estallido de la pared medial orbitaria. Dada la gravedad de las lesiones, el hombre tuvo que ser operado de urgencia y pasó cinco días hospitalizado. Pero más larga fue aún su recuperación, ya que tardó seis meses en recibir el alta médica. Además, al hombre le han quedado secuelas, porque además de una cicatriz en la cara tiene dificultades para ver de forma lateral con el ojo izquierdo.

Como recuerda el titular del Juzgado de lo Penal número 2 de Zaragoza en su sentencia, a raíz de la discusión entre los dos niños, la hermana y la esposa del denunciante salieron del restaurante a intentar calmar los ánimos. Pero, en un momento dado, esta última fue agarrada por los brazos por un varón, se asustó y llamó a su marido, que casualmente trabaja como funcionario del Cuerpo Nacional de Policía. Trataba de mediar el agente cuando recibió el fuerte impacto de un vaso “de culo grueso” en el rostro. El cristal no llegó a romperse, pero la enorme fuerza ejercida por el agresor hicieron que la víctima empezara enseguida a sangrar.

El acusado alega defensa propia

Durante el juicio, el acusado trató de justificarse alegando que actuó en defensa propia, puesto que a él le habían agredido previamente. Sin embargo, el magistrado deja claro que, si alguien le pegó, desde luego no fue el policía, que lo único que hizo fue intentar que todo el mundo se tranquilizara.

La Fiscalía solicitó una condena de cuatro años de prisión, mientras que la acusación particular pidió que fuera de cinco, por entender que hubo ensañamiento. Pero el juzgador no ha apreciado esta agravante y estima que la pena más apropiada son dos años y medio, además de las citada indemnización.

La sentencia todavía no es firme y puede ser recurrida. Pero si el recurso no prospera, el agresor tendrá que entrar a cumplir la condena en el centro penitenciario de Zuera.

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