El primer taxi de Zaragoza a prueba de infartos

El conductor se ha preparado y ha equipado su vehículo con un desfibrilador para asistir a cualquier cliente que entrara en parada cardiorrespiratoria.

Javier Burgos, a la izquierda, y Ángel Hernández, muestran el desfibrilador instalado en el taxi 'cardioprotegido'.
Javier Burgos, a la izquierda, y Ángel Hernández, muestran el desfibrilador instalado en el taxi 'cardioprotegido'.
Guillermo Mestre

Javier Burgos, con licencia 1.022, es el primer taxista de Zaragoza que circula con un desfibrilador en su maletero dispuesto a prestar un auxilio esencial si alguno de sus pasajeros sufriera un infarto. Pero no solo a sus clientes, también está preparado para salvar la vida a cualquier persona, que se cruce en su camino y tenga la desgracia de entrar en parada cardiorrespiratoria.

La decisión de colocar en su coche un desfibrilador nace de una vocación solidaria que ya puso en práctica durante muchos años como voluntario de transporte sanitario de Cruz Roja, pero que luego tuvo que abandonar al ponerse al volante del taxi. "Este trabajo supone muchas horas y no me deja tiempo para la ambulancia, pero hablando un día con un amigo se le ocurrió que podía llevar este pack de primeros auxilios", explica.

Así, con la ayuda de Ángel Hernández, que le ha impartido un curso para poder utilizar el aparato y se lo ha instalado en el coche, ahora ha vuelto a ser uno de los taxistas más solidarios de Zaragoza. El equipo no es barato, le ha costado unos 1.500 euros, pero agradece la ayuda que le ha prestado la Cooperativa del Taxi, así como la asistencia jurídica que le ha dado la Asociación Provincial para cumplir con todos los requisitos y poder llevarlo.

"Una de las razones principales –admite– es la seguridad que le puedo dar a los míos, sobre todo pensé en mis padres, que son mayores, pero vi que no era incompatible con lo que me gusta, que es ayudar a los demás". Su taxi lleva en la puerta trasera izquierda una pegatina con la leyenda ‘Todos y todas podemos salvar una vida’ y en la que se indica con letras bien visibles que se trata de un "vehículo cardioprotegido".

La muerte súbita cardiaca es la emergencia médica más importante y solo se puede revertir si se aplica una descarga eléctrica entre los tres y nueve minutos siguientes al inicio de los síntomas. Cada minuto que pasa, las posibilidades de sobrevivir descienden entre un 7 y un 10%. De ahí la importancia de acceder en poco tiempo a un desfibrilador, algo que no ocurre normalmente y que explica el hecho de que solo sobrevivan un 5% de las víctimas de muerte súbita.

En España, solo el 4% de las 39.500 paradas cardiacas que se registran cada año se recuperan (unas 1.580), cuando en Estados Unidos el porcentaje es del 50%. "Si en todos los sitios donde hay un extintor de incendios se instalara un desfibrilador se salvarían 4.500 vidas", afirma Ángel Hernández.

Él también ha sido voluntario sanitario durante muchos años hasta que un accidente de tráfico le obligó a dejar las ambulancias. Ahora se ha "reciclado", como él dice, y se dedica a dar cursos de reanimación cardiopulmonar y uso de desfibrilador y es representante de Global Cardiac.

Por eso convenció a su amigo taxista a instalar un desfibrilador Schiller y una maleta de primeros auxilios en su vehículo y poder atender cualquier urgencia de esta magnitud que se pudiera encontrar en las calles de Zaragoza.

"Javier no solo lleva un desfibrilador, sino que al estar en el registro del Servicio Provincial de Salud, ha entrado en el mapa de ubicación de empresas con desfibrilador. Los cuatro primeros minutos en un infarto son primordiales para salvar una vida, y ahora lo puede hacer", recalca.

"Si supiéramos lo útil que resulta saber practicar las maniobras básicas de reanimación cardiopulmonar, todos aprenderíamos incluso desde la escuela", apunta Hernández. Insiste en que sería necesario concienciar a toda la población de la necesidad de tener nociones de primeros auxilios. Su aspiración es que ahora otros taxistas se animen y sigan el ejemplo del conductor zaragozano.

Javier Burgos no solo es pionero en llevar desfibrilador, también es uno de los pocos taxistas de Zaragoza que han instalado cámaras de videovigilancia dentro del coche para registrar todo lo que sucede durante los trayectos. "Es una manera de protegerte ante agresiones, robos o denuncias falsas. Si el desfibrilador lo he puesto para los demás, la cámara ha sido por mí", dice. Y por si le faltara algo, también lleva pegatina en braille con las tarifas.

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