Los puentes que desafiaron a guerras y a la bravura del río Gállego

La presencia de casi diez puentes, pontones y pasarelas en este lugar desde el siglo XV ha sido imprescindible para la red comunicación entre Zaragoza y Cataluña o Francia

Los puentes que desafiaron a guerras y a la bravura del Gállego
Los puentes que desafiaron a guerras y a la bravura del Gállego

El río Gállego viene de los Pirineos y, antes de desembocar en el Ebro, atraviesa la avenida de Cataluña. Este afluente supone una auténtica “muralla natural que ha aislado y protegido a la ciudad de Zaragoza, pero a la vez ha dificultado notablemente las comunicaciones entre ambas orillas”. Esto se afirma en ‘Al otro lado del puente. Hechos y vivencias del barrio de Santa Isabel’, un libro editado por la Asociación de Vecinos Gaspar Torrente.

En esa misma publicación se señala que “en 1578 se comenzó la construcción de un puente de obra con once arcos de piedra”. Esas intervenciones fueron difíciles, a causa de las continuas avenidas. “De hecho en 1582, estando ya en obras muy avanzadas, sobrevino una inundación tan grande que se llevó y destrozó gran parte del puente”, se añade en sus páginas.

Esta situación provocó que se volviesen a utilizar barcas y embarcaciones pequeñas para unir las dos márgenes de este “impredecible” río. El siguiente paso fue levantar una nueva estructura, de madera en esta ocasión. Pero no fue definitivo.

Las riadas no han sido el único motivo que han derrumbado este nexo, los conflictos han sido su otro enemigo. “El que lo cruzaba en el siglo XVII fue destruido en la Guerra de Sucesión y se sustituyó por uno de madera que a su vez fue arrasado durante los Sitios”, se cita en el libro ‘Carretera Barcelona, km.327’, de Carmen y Luis Huerto Gracia.

Contiendas terminadas, las riadas remitieron.“Un nuevo puente sufrió desperfectos por la gran avenida de 1827, su reparación apenas duró siete años ya que en 1834 una nueva crecida arrastró lo poco que quedaba de la anterior”, se apunta en el mismo libro. La solución ante este problema fue construir un paso colgante, levantado entre 1839 y 1844 y diseñado por Luis Lamartinière. “Se desplomó un par de veces teniendo que ser reconstruido y dada su fragilidad ser utilizado solo por peatones”, como manifiestan los Huerto Gracia y se asegura en el Informe histórico y artístico del Ayuntamiento de Zaragoza.

Cruzar esta pasarela con nervios tenía un coste. “La empresa que lo construyó cobró un peaje durante veinte años”, según el libro de la asociación vecinal Gaspar Torrente. La pequeña caseta donde había que pagar se puede distinguir en más de una fotografía antigua.

La importancia de este paso para las comunicaciones de la capital aragonesa, tanto con Cataluña como con Francia, obligaron a idear un nuevo planteamiento, en este caso que pudiera soportar las cargas. Sin embargo, esta misión tardó y “no fue hasta 1922 cuando se encargó el proyecto que incluiría además un paso para tranvías, al ingeniero de caminos Práxedes Mateo Sagasta”, se agrega en ‘Carretera Barcelona, km.327’.

Las obras, acometidas por la Sociedad Española de Construcciones Metálicas de Bilbao, culminaron en 1930, siendo inaugurada esta estructura metálica el 23 de noviembre de ese año. El número de vecinos en los barrios cercanos creció y fue necesaria la construcción de un puente hermano, de tipología similar pero de diseño moderno. Se inauguró cuarenta años después del que había, en 1970. En la actualidad, cada uno de ellos tiene un estrecho paso para peatones y dos carriles para el tráfico. El de los años 30 hacia Santa Isabel y el otro en dirección a Zaragoza.

Este acceso ha significado un aliciente para conectar las dos orillas del Gállego, pero también ha supuesto más de un quebradero de cabeza. ¿Uno de los últimos? La rotura de una tubería que dejó a los vecinos de Santa Isabel y de otros barrios cercanos sin agua durante más de un día.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión