Sylvia García-Belenguer: "Hay agresividad en casi todas las razas de perros, incluso en los caniches"

La responsable del servicio de Etología del Hospital Veterinario de la Universidad de Zaragoza apunta a la correcta educación del animal para marcar su comportamiento

Cualquier perro puede mostrar signos de agresividad
Cualquier perro puede mostrar signos de agresividad
Pixabay

"Es incorrecto pensar que un perro, por pertenecer a una raza determinada, vaya a manifestar comportamientos violentos o agresivos, y otro animal que no sea potencialmente peligroso nunca vaya a comportarse agresivamente”. Para Sylvia García-Belenguer, responsable del servicio de Etología del Hospital Veterinario de la Universidad de Zaragoza, “en principio es la base genética del animal y el contexto en el que crece, así como la educación que recibe, lo que marca su comportamiento”. Pero no solo es cuestión de genética.

Tras el suceso del miércoles en la localidad madrileña de Colmenar de Oreja, donde dos perros de la raza dogo de Burdeos mataron a mordiscos y dentelladas a dos mujeres, surgen una vez más muchos interrogantes sobre estos animales y el adiestramiento que reciben. Según la Ley de Tenencia de Animales Potencialmente Peligrosos de 1999, los PPP son aquellas razas catalogadas como tales, los perros que presentan ciertas características físicas recogidas en la propia norma y aquellos ejemplares que hayan protagonizado ataques violentos o agresivos. El Colegio de Veterinarios de Zaragoza informa de que las razas que en Aragón entran en esta categoría son akita inu, american staffordshire terrier, bullmastiff, doberman, dogo argentino, dogo de Burdeos, fila brasileiro, mastín napolitano, pit bull, perro de presa canario, rottweiler, tosa japonés (tosa inu) o cualquier cruce de estas razas.

Para García-Belenguer, aunque por genética estos perros tengan más fuerza, no son más agresivos que otros animales. “Un golden, afectuoso y nada peligroso a priori, puede ser un perro agresivo en ocasiones; y a la inversa, un animal catalogado como PPP puede no dar nunca problemas. La agresividad está presente en muchas razas, incluso en los caniches”. En este sentido, la experta en etología animal (la rama de la biología y de la psicología experimental que estudia el comportamiento de los animales en sus medios naturales, en situación de libertad o en condiciones de laboratorio) apunta hacia la educación que recibe un animal para determinar lo que marca su comportamiento. Coincide con el Colegio de Veterinarios en la necesidad de enseñar una obediencia básica al animal, que debe vivir “en un ambiente sano y adecuado”. Al respecto, García-Belenguer no se atreve a aventurar ni las condiciones de vida de los animales de la localidad madrileña ni la educación recibida, aunque sí asegura que los perros no demostraron una conducta violenta “de repente”. “Habría que saber qué conductas han desarrollado, cuál era la relación con sus propietarios, qué tipo de vida llevaban, si estaban siempre encerrados o tenían libertad de movimientos...”, enumera la experta, que insiste en la tenencia responsable de estos animales.

Son signos de agresividad de un perro desde el gruñido hasta el mordisco, pasando por expresiones mucho más sutiles como la mirada fija, las pupilas dilatadas, el encrespamiento del lomo, la rigidez corporal, la cola alta y tensa o la boca cerrada y en tensión, entre otros.

Según informa el Colegio de Veterinarios de Zaragoza, para poseer un perro catalogado como peligroso es fundamental obtener una licencia administrativa que certifique que esa persona cumple con todos los requisitos que impone el Estado, que según la ley vigente son los siguientes: Ser mayor de edad, no haber sido condenado por delitos de homicidio, lesiones, torturas, contra la libertad o contra la integridad moral, la libertad sexual y la salud pública, asociación con banda armada o de narcotráfico, así como no estar privado por resolución judicial del derecho a la tenencia de animales potencialmente peligrosos. Disponer de capacidad física y aptitud psicológica para la tenencia de animales potencialmente peligrosos. Acreditar la formalización de un seguro de responsabilidad civil por daños a terceros con una cobertura no inferior a 120.000 euros. La licencia debe renovarse cada 5 años y puede ser renovada siempre que el titular no deje de cumplir algunos de los puntos establecidos anteriormente. Además, se deberá realizar un examen físico y psicológico que acredite que la persona que va a recibir la licencia tiene la suficiente capacidad visual, auditiva, del sistema locomotor y del sistema neurológico.

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