Los patinetes tendrán zonas de aparcamiento propias en el centro y se regulará en el resto

La zona de aparcamiento de los patinetes se ha convertido en uno de los principales problemas del ‘boom’ de este fenómeno en la ciudad. Dentro del sistema de licencias que el gobierno municipal plantea implantar para controlar la entrada de empresas, se quiere incluir una regulación en la que quede claro dónde pueden y dónde no pueden aparcar estos vehículos.

La idea es que en la ‘almendra central’ de la ciudad, donde se concentra la mayor circulación de patinetes, haya espacios específicos para ellos. Así, habrá áreas de aparcamiento para vehículos de movilidad compartida, especialmente dirigido a patinetes y bicicletas.

Físicamente se limitarán a un área pintada en el suelo y reservada para ellos. Preferentemente se ubicarán en la calzada, pero si hay espacios adecuados en plazas o aceras amplias cerca de la calzada, también podrían colocarse allí.

En el resto de la ciudad, como norma general, no habrá espacios específicamente reservados para estos vehículos. No obstante, el aparcamiento no quedará a criterio del usuario. Para evitar el estacionamiento indiscriminado en cualquier punto de las aceras o calzadas, habrá una norma que determine las zonas en las que se puede aparcar.

Desde el área de Movilidad estiman que se puede considerar un lugar adecuado los aparcabicis y su entorno. Hay que tener en cuenta que en Zaragoza hay 6.500 anclajes en más de 1.000 puntos diferentes.

Además, se establecerá un criterio que puede ser similar al que tienen actualmente las motocicletas. Estas pueden aparcar sobre las aceras si estas tienen más de tres metros de ancho y si no hay estacionamientos específicos para motos. Además, deben hacerlo en paralelo a la calzada y a 50 centímetros del extremo lateral más cercano al bordillo.

La normativa para los patinetes no será exactamente igual, pero tampoco muy diferente. Con ello se evitaría, por ejemplo, las imágenes de estos vehículos abandonados en medio de la acera, en calles excesivamente estrechas o pegados a las fachadas, lo que supone un problema para los invidentes. Estas condiciones de uso se impondrían a las empresas que consigan la licencia y, más adelante, se fijarían en una ordenanza municipal.