El día que un zaragozano hizo temblar los cimientos de un edificio de diez plantas

Este lunes, 12 de noviembre, se cumplen dos años de la explosión que sacudió las 60 viviendas del número 38 de la avenida de Tenor Fleta. Teresa Espinosa, la octogenaria a la que la pared maestra del baño le salvó la vida, revive aquel trágico día.

La onda expansiva derribó parte de la fachada exterior y causó cuantiosos daños en varias viviendas del número 38 de la avenida de Tenor Fleta de Zaragoza.
La onda expansiva derribó parte de la fachada exterior y causó cuantiosos daños en varias viviendas del número 38 de la avenida de Tenor Fleta de Zaragoza.
Oliver Duch

El 12 de noviembre de 2016, como cualquier otra día, Teresa Espinosa (80 años) se levantó de la cama, se tomó el café y pasó por el baño para asearse y acicalarse un poco antes de salir a hacer la compra. Pero cuando se encontraba frente al espejo, una súbita y potente explosión sacudió su vivienda y las de todos los inquilinos del número 38 de la avenida del Tenor Fleta de Zaragoza. El crujido del edificio la dejó prácticamente paralizada, pero sacó fuerzas para asomarse al pasillo. Entre llamas y una densa nube de humo y polvo, lo único que logró ver fueron escombros. El destino no quiso que aquel fuera su día, pero a esta anciana, como al resto de sus vecinos, le resultará difícil no pararse a tomar aire mañana cuando el reloj marque las diez y veinticinco.

"Estaba temblando, no sabía qué hacer ni adónde ir. Solo lloraba y buscaba una forma de salir de aquel infierno. Porque en eso se había convertido mi casa. Hasta llegué a pensar en escapar por la ventana del baño, ¡qué tonta!", decía el viernes Teresa, mientras señalaba un pequeño hueco en la pared por el que le hubiera resultado imposible colarse. Como pudo, la mujer consiguió abrirse camino entre los ladrillos y el montículo de muebles y enseres destrozados. Y entonces vio a Carlos Roberto Román (53 años), su vecino y, según los peritos de la Policía Nacional, responsable último de la explosión.

Teresa, víctima de la explosión de Tenor Fleta

Teresa Espinosa, de 80 años, salvó la vida gracias a la pared maestra del baño, ya que la explosión derribó varios tabiques de su vivienda. Fue desalojada y tardó siete meses en regresar a su domicilio.

"No se me olvidará nunca. Estaba completamente desnudo, lleno de hollín y con el pelo y medio cuerpo quemado. Teresa, mira cómo voy, dame aunque sea una braga me dijo", recuerda la mujer. Lo que prefiere no reproducir es lo que le contestó, porque para entonces ya imaginaba que el causante de aquel tremendo destrozo era él. "Yo hablaba casi todas las noches con Carlos, porque sabía que estaba en el paro y sobrevivía con 400 euros mensuales. Le ofrecía alguna tortilla, algo de comer... Pero me preocupaba, porque lo veía un poco desesperado y por sus palabras temía que pudiera hacer alguna barbaridad", confiesa Teresa.

La explosión tuvo su origen en el 9º F, pero la onda expansiva fue tan potente que arrasó otros tres pisos ­–incluido el de Teresa– y causó daños en prácticamente las 60 viviendas de este bloque de diez plantas. Lo que todavía resulta increíble para muchos es que semejante detonación no se cobrara un precio en vidas. Porque al margen de la anciana, que sufrió daños en un brazo y tuvo que ser hospitalizada, la única víctima del suceso fue precisamente la persona que según los investigadores lo provocó.

Carlos Roberto Román sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en el 40% de su cuerpo y pasó tres meses en el Hospital Miguel Servet, buena parte de ese tiempo en cuidados intensivos. Pero afortunadamente se recuperó de las lesiones y pudo comparecer ante el juez para explicar lo sucedido.

Lejos de la versión que mantenía la Policía, el para entonces ya sospechoso negó en el juzgado el 9 de marzo de 2017 haber provocado de forma intencionada la explosión. Es más, dejó entrever que aquello había sido un desgraciado accidente. Sin embargo, tras cuatro meses de pesquisas, los peritos habían reunido ya pruebas suficientes para atribuirle la autoría del suceso. De hecho, están convencidos de que este vecino manipuló la llave del gas, posiblemente, con la intención de quitarse la vida.

Siete meses desalojados

La explosión no solo derrumbó parte de la fachada del inmueble, dejando a la vista el salón del piso siniestrado como si de una casa de muñecas se tratase. Los daños salpicaron a toda la comunidad –que está personada como perjudicada en el caso– e incluso al edificio contiguo, que también reclama por algunos destrozos. En cualquier caso, los principales paganos fueron los propietarios de los pisos ubicados en las tres plantas que tuvieron que ser desalojadas.

Teresa Espinosa recuerda que fueron "siete largos meses" los que pasó fuera la vivienda que 25 años atrás había comprado con su marido, ya fallecido. "Mi hermano no me dejó que me fuera a vivir a ningún sitio y me hizo un sitio en su casa", explica emocionada, puesto que hace solo unos días que este también falleció. Ni ahora, que han pasado dos años, esta mujer quiere ver las fotos que su sobrino tomó del piso patas arriba. "No necesito verlas. Son muchos los días que me vienen a la memoria esas imágenes, porque siempre hay algo que me lo recuerda. Por ejemplo, hace poco fui a buscar un abrigo y me di cuenta de que se había quemado en el armario", cuenta. Porque su dormitorio y el salón de su vecino, donde se produjo la explosión, estaban separados por una fina pared. Y su alcoba fue rápidamente pasto de las llamas.

El 9º F sigue como aquel día

A día de hoy, todas las viviendas afectadas por la detonación o la deflagración están ya reparadas. Todas menos una, el 9º F. El ‘epicentro’ de aquel desastre no pertenecía al investigado, sino a su padre, que no lo tenía asegurado. El hombre murió un tiempo después y este domicilio permanece como entonces, como si el tiempo se hubiera detenido.

Cuando salió del hospital, Carlos Roberto Román encontró cobijo en una residencia. Temiendo que pudiera regresar al bloque y "acabar lo que había dejado a medias", el abogado Óscar Espinosa llegó a pedir prisión provisional para él, pero ni la Fiscalía ni el juez instructor lo consideraron oportuno. Es más, este último denegó incluso la orden de alejamiento que "por seguridad" propuso el letrado.

Más sensible al miedo de los vecinos se mostró después la Audiencia Provincial, a la que Espinosa acudió después y que impuso al encausado la obligación de permanecer alejado al menos 500 metros del edificio. Algunos de los vecinos del número 38 de la avenida del Tenor Fleta aseguran que lo han visto algunos días por el bar de abajo, pero lo único que quieren ahora es pasar página.

Hora y media acumulando gas

La explosión sacudió los cimientos del edificio a las 10.25, pero algunos residentes habían empezado a notar olor a gas desde las 9. Ese dato y la enorme potencia de la detonación lleva a pensar a los peritos de la Policía Nacional que Carlos Roberto Román abrió la llave del gas y estuvo acumulándolo en su piso durante hora y media.

¿Y por qué descartan el accidente? Además de porque parece que el propio encausado había manifestado a algunas personas su intención de quitarse la vida, porque encontraron la rosca de la llave de paso limpia y brillante. De hecho, eso les hizo descartar que la explosión hiciera saltar el tapón. "La naturaleza del escape de gas fue claramente voluntaria e intencional, cualquier manipulación accidental se descarta" dijeron en su informe al juez.

Tras dos años de investigación, la fase de instrucción se puede dar por concluida. De hecho, todo apunta a que en breve el magistrado lo oficializará a través de un auto y emplazará a las partes para que emitan sus escritos de calificación de cara al juicio.

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