La Reina y la Forana: "En la comparsa llevamos nosotras las riendas... y la tralla"

Aunque están en minoría, no hay cabezudo que se cantee sin que ellas den el visto bueno. La Reina y la Forana son dos de los personajes que más años llevan encorriendo a la chiquillería.

La Forana, observa las melenas de la Reina, con la ayuda de una escalera.
La Forana, observa las melenas de la Reina, con la ayuda de una escalera.
G. Mestre

Son dos monstruas. Sin ánimo de ofender. Una tiene la cabeza como una marquesina de grande y la otra es más alta que un mayo. Son dos seres, por tanto, excepcionales. "Eso ya me gusta más. Pero no me llame usted monstrua, rediez, que no puede empezar la entrevista faltándonos al respeto", reprocha la Reina, mientras la Forana se maravilla con las perlas de su corona (se ven buenas de valor) y le atusa una de las trenzas. Ambos personajes, de muy diferente extracción social, son dos los más veteranos de la comparsa zaragozana. La soberana y la campesina hacen buenas migas –acaso– porque siempre han estado en minoría y eso estrecha los lazos de camaradería y cierto corporativismo entre quienes están hechos de cartón piedra.

"Los gigantes estamos de buen año. Mira mi primo el vasco, el de Handia, que no se cansa de ganar premios...", comenta Su Majestad, mientras La Forana sigue dando vueltas a eso de ser un monstrua: "A mí me paice mucho bien lo que diga el piriodista", farfulla. Esta baturra, ataviada con traje de faena, no esconde su humilde origen. Tampoco la sombra de su bigote, que hace rabiar a los chavales y que se ha convertido en un símbolo. "El bigote no es solo patrimonio de los hombres", le echa un capote la Reina, amiga también de la ceja poblada.

Hasta la llegada de la Pilara en 1982, la Forana fue la única mujer cabezuda en la comparsa, si bien entre los gigantes sí había más féminas como Dulcinea o la Duquesa de Villahermosa. La Forana se incorporó a los desfiles en 1916 y es heredera de una antigua figura que representaba a Teresa Panza. Cuentan los ‘cabezudólogos’ que hasta 1947 daba bastante miedo, pero en 1964 fue remodelada y sus rasgos se volvieron más amables. "Nunca hi sío mu agraciada, eso es verdaz", lamenta esta mujer, que ha protagonizado algunos de los episodios más sorprendentes de las fiestas zaragozanas. El 11 de octubre de 1916 se casó en una concurridísima plaza del Pilar con el Forano, personaje también terco y rudo donde los haya. Hace dos años se celebró el centenario del enlace (las llamadas bodas de hueso) en la plaza de San Miguel. Pocos saben que de aquel amor nació un Foranico en 1917, pero por lo visto el chaval no prosperó, pues solo salió por las calles aquel año y, después, nunca más se supo.

La Forana, aunque le cuesta expresarse, sabe lo que son las desigualdades y los techos de cristal porque en la comparsa apenas tiene dos compañeras: la Pilara y la recién llegada Serafina. El resto son hombres. Además, ahora los cabezudos son impares: son once personajes con las últimas incorporaciones de Azutero y la cigarrera, por lo que si se alcanzara la docena, seguro, sería con otra mujer.

Más equilibrado –acaso por las cuotas de género– está el inventario de gigantes, donde todo son parejas. La Reina, que en realidad se llama Doña Berenguela, es posible que represente a Violante de Hungría Teresa o Gil de Vidaurre, esposas de Jaime I el Conquistador. También hay quienes dicen que es Doña Urraca, mujer de Alfonso I el Batallador, pero ella no se pronuncia y prefiere alimentar el misterio. "Hasta que no me llamen del polígrafo o del ‘Sálvame Deluxe’ no pienso confesar mi aristocrático linaje", dice sin pestañear, entre otras cosas, porque no puede.

Los gigantes, a pesar de su talla XXL, también siguen creciendo, pues en 2008 se sumaron dos amigos más a la nómina: las figuras de Palafox y Agustina de Aragón. Dicen los exégetas que los gigantes hunden sus raíces en la Edad Media y que, en origen, representaban las distintas culturas del mundo: "Por eso tenemos al Chino y la Negra", cuenta la Reina, que asegura que la comparsa es feminista porque "nosotras no solo llevamos el látigo o la tralla, sino también las riendas para que todo salga como merece".

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