Entre aviso y aviso, Ponce es el más listo

El diestro de Chiva cortó una oreja y volvió a encandilar al público de Zaragoza.

Ponce, toreando al cuarto de la tarde.
Entre aviso y aviso, Ponce es el más listo
Raquel Labodía

Hasta cinco avisos sonaron en la tarde de este viernes y solo Enrique Ponce justificó la extensión de las faenas en liza. El de Chiva, maestro en interpretar lo que quieren –y no quieren– sus oponentes, firmó dos labores meticulosas. Al que abrió plaza, un Jacoberito muy justito de fuerzas, tardó en bajarle la mano para tapar su carencia y que no se sintiera podido y, cuando se vino arriba, le endosó un par de tandas enroscadas y una de doblones marca de la casa que le valieron la petición de la oreja. El animal –que recibió una estocada completa pero atravesada– fue a morir a los medios, engañando al respetable. Aplaudieron la bravura del que quiso morir a su aire y abroncaron al presidente. A estas alturas, Placer ya no se asusta. Y después volvió a aguantar con buen criterio la salida a hombros del valenciano.

Ponce persiguió por todos los terrenos a un toro que había cantado la gallina desde el inicio y, cuando parecía que todo iba a quedar en un puñado de muletazos sueltos, le encontró el sitio a la altura del burladero del 2 y formó el lío. Una serie de doblones sellada con el cambio de mano fue superior. El espadazo con el que lo pasaportó, no tanto. El toro planteó dificultades para ejecutar la suerte suprema, y Ponce resolvió con deficiente colocación. Por ahí vino la segunda bronca al palco, que también pudo tener en cuenta la condición del animal. No es lo mismo reunirse con un toro bravo en los medios que al hilo de las tablas. El verbo "cuidar", tan extendido, es peligroso en la fiesta. Pero si alguien ha de hacerlo, que sea Ponce.

Urdiales, que venía de triunfar en Madrid, no encontró los terrenos ni las alturas. Escucho dos avisos antes de que Perera, que también fue apercibido por su desacierto con la espada, topara con Lechucito. Los ojos de los aficionados se abrieron para ver cómo el extremeño cuajaba por el derecho al extraordinario toro del Puerto de San Lorenzo. Ya sobre el izquierdo, citó al hilo y lo despidió hacia fuera. Cobró una oreja en el día de la Patrona. La empresa quiso exaltarlo haciendo sonar el himno de España antes de que arrancara un festejo que se fue a las dos horas y media de duración.

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