Pili, hija de la víctima del atropello mortal, respondió ayer a las preguntas de este periódico a través del interfono de su domicilio, en la calle del doctor Jesús Vázquez: "Hace falta que pongan un semáforo en esta calle", dijo. La vía Antonio de Leyva une la avenida de Madrid con la Ronda Oliver y no tiene semáforos.

La reacción de la hija de la atropellada fue muy similar a la de los vecinos y los responsables de las asociaciones del barrio Oliver. Manuel Clavero, presidente de una de ellas, manifestó ayer que Antonio Leyva es "una calle 30", por su límite de velocidad, y "una vía principal", que necesita establecer medidas de "garantía de seguridad vial" en los pasos de cebra. "Llevamos mucho tiempo reclamando al Ayuntamiento desde la Junta de distrito algunas medidas para rebajar la velocidad de los coches en esta calle", apuntó Clavero.

Entre estas medidas se utilizan reductores de velocidad, bandas transversales, badenes o pasos de peatones elevados. Su finalidad es que los conductores de los vehículos se vean obligados a reducir la velocidad pasando por encima y de esta manera se intenta rebajar los riesgos de excesos en determinadas zonas.

"En esta calle, ya sea por los coches o los peatones, los sustos son continuos. La reforma se inauguró el 9 de julio y nos quitaron una parada del autobús", apunta la propietaria de la papelería Pili, próxima al lugar del atropello. "Cualquier niño se puede salir a cruzar por esta calle y hay que ir despacio", propone la dueña del bar Donaire. Al encontrarse en una bajada, cumplir el límite de 30 km/h exige casi un frenazo para dejar pasar a un peatón por el paso de cebra.