Lorenzo borda el toreo y abre la puerta grande

La pesadora corrida de Montalvo cumplió en el primer tercio y desarrolló buena condición en la muleta.

Álvaro Lorenzo estuvo cumbre toreando sobre la mano derecha al primero de su lote.
Álvaro Lorenzo estuvo cumbre toreando sobre la mano derecha al primero de su lote.
Raquel Labodía

El toreo volvió a la Misericordia. Ese que nace de lo más dentro del alma y que resulta imposible de aprender. Qué difícil es y qué fácil lo hizo Álvaro Lorenzo. Sencillamente cumbre su faena al tercero de la tarde. Cuatro ligadas series en las que enganchó al toro adelante, se reunió con él y lo vació detrás de la cadera. Muñeca, cintura y compás. Torerísimo. Dos cambios de mano interminables con visos de eternidad terminaron de poner la plaza boca abajo. Estocada en lo alto y dos orejas de ley. Sensacional.

Sin embargo, con el incómodo sexto no quiso comulgar. Pesador y ofensivo por delante, el animal se dejó pegar en el caballo y puso en apuros a Sergio Aguilar con los palos. Pese a que le apretó en las dos pasadas, terminó dejándole un par para el recuerdo. La vergüenza torera. En la muleta de Lorenzo no quiso ceder. Ni él intentarlo. De embestida brusca y áspera, desarrolló sentido y le pidió el carnet al toledano. Al final, todo quedó en nada.

José Garrido también se llevó un trofeo en una tarde en la que mostró dos caras completamente distintas. El segundo fue un imponente sobrero de Adelaida Rodríguez que jamás le dio facilidades. Apretó en el primer puyazo y cantó la gallina en la segunda vara y en banderillas. Manso de solemnidad. Pero encastado. Y con un par. En la muleta de Garrido se vino arriba y la faena tomó vuelo sobre la mano derecha. El extremeño recurrió al pronto y en la mano y lo llevó siempre muy tapado aguantándole la aspereza de su embestida. Sensacional. De frente, enseñándole el pecho y jugándose las femorales, le tragó por ambos pitones y dibujó una faena eléctrica. Sin embargo, falló con la tizona y perdió los trofeos.

Pese a cortarle una oreja al buen quinto, no se entendió con él. Tampoco pudo. El animal cumplió en el jaco y, pese a parecer lesionado, se vino arriba en el emocionante tercio de banderillas que protagonizaron José Chacón y José María Amores.

Garrido se dobló con él en un buen inicio de faena. Sin embargo, mientras el toro iba a más, el exremeño fue a menos. Pese a pegarle dos naturales de nota, no le encontró la distancia al toro. O no quiso. Terminó acortando las distancias para pegarse una arrimón de miedo. La espada, la mandó al sótano. No era de oreja.

Una despedida discreta

Juan Bautista llegó a la Misericordia vestido de primera comunión para despedirse. Se le sacó a saludar al finalizar el paseíllo y antes de recibir al cuarto recibió una sonora ovación. Sin embargo, la condición de sus oponentes, no le permitió lucimiento alguno ni despedirse como le hubiese gustado.

Con el primero trazó una faena pulcra y limpia en la que hizo gala de la gran técnica que tiene. El animal se apagó pronto y todo quedó en nada.

El segundo de su lote, el de su adiós, se lo brindó a la cuadrilla. La faena nunca cogió el vuelo deseado. El animal no se entregó nunca. Pasaba y pasaba sin transmisión ninguna. Tampoco Bautista dijo nada. Aburrieron.

Saludaron Puchi y Alberto Zayas de la cuadrilla de Lorenzo tras parear al tercero.

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