Con melena y las huellas digitales "machacadas", así fue detenido el huido Ortiz Perea en Zaragoza

Con este aspecto encontró la Policía Nacional al preso en la estación de autobuses.

Imagen facilitada por la Policía Nacional con el rostro de Benito Ortiz Perea pixelado por el Ministerio del Interior.
Imagen facilitada por la Policía Nacional con el rostro de Benito Ortiz Perea pixelado por el Ministerio del Interior.

Poco o nada se parecía el hombre al que este miércoles detuvo una patrulla de la Policía Nacional en la estación de autobuses de Zaragoza al que aparecía en las reseñas policiales bajo el nombre de Benito Ortiz Perea. De hecho, parece que a los agentes les costó bastante reconocer al fugado, ya que ahora luce melena.

Los policías que prestan servicio en la intermodal están acostumbrados a ver por allí transeúntes, que muchas veces recurren a este tipo de instalaciones no para viajar sino simplemente  para cobijarse. Sin embargo, a la patrulla que vigilaba este martes las dársenas le llamó enseguida la atención la actitud nerviosa de quien resultó ser uno de los presos más buscados de España.

Según ha podido saber HERALDO, cuando se dirigieron a Benito Ortiz Perea –sin estar seguros todavía de que era él–, el huido comenzó a tartamudear.  Al pedirle la documentación, se identificó con un carné que enseguida les pareció falso, por lo que decidieron proceder a su traslado a la comisaría del Actur para completar la identificación.

Pero lo cierto es que tampoco resultó una tarea sencilla, puesto que, como muchos históricos delincuentes, acostumbrados a entrar y salir de prisión, Benito Ortiz Perea tiene las puntas de los dedos "machacadas". En cualquier caso, como explican fuentes policiales, incluso estas impresiones digitales se reseñan, por lo que finalmente pudo confirmarse su identidad.

En el momento de la fuga, Benito Ortiz Perea, de 61 años, estaba cumpliendo una pena de 182 días por un delito de quebrantamiento de condena y estaba en calidad de preventivo por el secuestro de una mujer en Zaragoza y el asalto a una armería de Huesca en 2016. Por estos hechos, la Audiencia de Huesca le condenó a 25 años y 8 meses de cárcel por tentativa de asesinato y robo con violencia, entre otros delitos, aunque esta condena no es firme, ya que aún puede recurrirse ante el Supremo.

Fuentes penitenciarias están convencidas de que Ortiz Perea, al que  consideran un experto conocedor de la vida entre rejas, pudo planear la fuga cuando pasó por el quirófano. Cuatro días después de la intervención fingió encontrarse mal para salir al hospital a última hora de la tarde. "Los presos más antiguos saben que una salida al médico es una posibilidad para huir", dijeron entonces. El fugado se mostró también hábil a la hora de quitarse las esposas durante el traslado.

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