Un año de pesadilla

La amenaza independentista no ha desaparecido, pese al daño que está infligiendo a Cataluña y al resto de España.

Miles de estudiantes se manifiestan en Barcelona a favor del referéndum del 1-O
Miles de estudiantes se manifiestan en Barcelona a favor del referéndum del 1-O
Agencias

Mañana se cumple un año de la consecución del desafío independentista a través de la celebración de un referéndum ilegal que obligó al Senado a aprobar la aplicación del artículo 155, inédito hasta entonces en democracia. Doce meses después, quienes se enfrentaron al Estado con continuas desobediencias al Tribunal Constitucional continúan con su único objetivo de romper España

La amenaza independentista no ha desaparecido, pese al daño que está infligiendo a Cataluña y al resto de España. El espectáculo de un gobierno autonómico que solo atiende los deseos del soberanismo y deja a un lado al resto de los catalanes, que son la mayoría, se visualiza en un Parlament prácticamente paralizado. Quim Torra es un ‘president’ agarrado a la provocación, dirigido desde Bélgica por Puigdemont, y cuyas arengas solo están sirviendo para enquistar la situación. En ese contexto, la única noticia positiva radica en que el cambio de gobierno en España no ha supuesto ninguna modificación en la estrategia de rechazar cualquier petición ilegal que pase por la autodeterminación y no se ajuste al autogobierno.

Las cifras también abonan la preocupación: en solo un año, un total de 277 empresas catalanas han trasladado su sede social a Aragón buscando la estabilidad y huyendo de un escenario de pesadilla. El presidente de Aragón, Javier Lambán, dedicó una parte sustancial de su discurso en el debate del Estado de la Comunidad celebrado esta semana a abordar el problema de Cataluña desde un enfoque en el que también participen el resto de Comunidades del Estado y en el que Aragón asuma una "especial responsabilidad"derivada de los intereses comunes. Y no puede ser de otro modo. La solución al problema, en efecto, debe implicar al resto de España, sin perder de vista que en un Estado de derecho nada puede realizarse al margen de la ley, a la que estamos sometidos todos los españoles por igual. Las tristes imágenes de ayer en el centro de Barcelona, con el boicot independentista a una manifestación policial, no invitan de momento al optimismo.