Acaban las obras de rehabilitación de la iglesia de la Magdalena tras 16 años cerrada al culto

Está previsto que el templo reabra en unos meses y estrene visitas a la torre mudéjar. La lucha contra las humedades y el arreglo de las fábricas de ladrillo han centrado los últimos trabajos.

El Arzobispado de Zaragoza se ha hecho cargo de la restauración de los bienes muebles del interior de la parroquia, entre los que destaca el retablo mayor, obra de José Ramírez de Arellano, del siglo XVIII. Existe otro retablo menor, de Damián Forment, troceado en dos capillas del templo.
El Arzobispado de Zaragoza se ha hecho cargo de la restauración de los bienes muebles del interior de la parroquia, entre los que destaca el retablo mayor, obra de José Ramírez de Arellano, del siglo XVIII. Existe otro retablo menor, de Damián Forment, tr
Toni Galán

Aunque su icónica torre mudéjar forma parte del imaginario colectivo de los zaragozanos, muy pocos conocen el interior de la iglesia parroquial de Santa María Magdalena. El templo lleva cerrado desde junio de 2002 para abordar una ambiciosa restauración, cuyos trabajos concluyeron el pasado 31 de julio. El Arzobispado de Zaragoza y el Ministerio de Fomento recibirán la obra a mitad del mes que viene y, tras las inspecciones y revisiones precisas, si nada se tuerce, la iglesia podría reabrir sus puertas el próximo mes de octubre.

La rehabilitación de la Magdalena se ha ido acometiendo por fases y en la última de ellas, la que comenzó hace un par de años con un presupuesto de 1,3 millones de euros, se ha abordado la restauración de las fábricas de ladrillo, las vidrieras y las carpinterías. Además –y no ha sido labor menor– se han eliminado las humedades del interior, para lo que ha sido preciso diseñar una galería subterránea que permite transpirar a los muros y evita que se debilite la cimentación de la parroquia. El codirector de los trabajos, el arquitecto Fernando Arregui, explicaba en su día que las filtraciones eran endémicas en el interior del templo y ascendían hasta los cinco metros, arruinando –incluso– las decoraciones mudéjares.

Para crear esta cámara sanitaria –una suerte de galería bajo el pavimento por la que circula el aire– hubo que hacer una excavación arqueológica en el sótano, bajo el coro, y como era de esperar se encontraron numerosos restos óseos. Los más antiguos databan incluso del siglo XIV y todos ellos se fueron guardando en cajas estancas y que se han vuelto a inhumar en el nuevo templo. "Durante siglos se aprovecharon las parroquias como lugares para dar sepultura a los feligreses y no solo en las criptas había enterramientos. En la Magdalena hallamos más de dos centenares de esqueletos, algunos cuerpos desnudos y otros con ataúdes, que han contaminado el subsuelo con sales y fosfatos", explican los responsables de la restauración.

Vistas a 47 metros de altura

Fuentes del Ministerio de Fomento informan de que, salvados estos contratiempos, las obras no han planteado excesivos problemas y han sido ligeras en su ejecución. Al margen de las inversiones con cargo al 1,5% cultural, las obras de la Magdalena se han beneficiado del programa de Rehabilitación Arquitectónica de Patrimonio Cultural. La técnico que ha hecho el seguimiento de la dirección general de arquitectura es María de los Ángeles Campos, que también será quien, junto a los interventores correspondientes, supervise los trabajos una vez sean entregados.

Una de las novedades más atractivas e interesantes será la posibilidad de que los zaragozanos recorran el interior de la hermosa torre mudéjar de 47 metros de altura. Aunque aún se está estudiando el régimen en el que podrían hacerse estas visitas, la intención es crear un acceso independiente por la portada medieval de la calle Mayor para no interferir en el horario de misas. Igualmente se contempla la posibilidad de que se pueda crear un museo en la antigua casa del campanero. La torre sigue los modelos de las turolenses de San Martín y el Salvador y su estructura responde al modelo de alminar almohade (como la de San Pablo), con una rampa de escaleras entre dos construcciones que se van envolviendo. Los motivos ornamentales son los típicos del mudéjar aragonés, enriquecidos con piezas de cerámica vidriada.

"El Arzobispado acometerá en septiembre la preparación de una publicación especial para dar a conocer la costosa restauración de la Magdalena, su importancia patrimonial y religiosa", explican fuentes de la Archidiócesis, que añaden que las visitas a la torre se pondrán en relación con otras atalayas mudéjares de Zaragoza, como las de San Gil y San Pablo.

Los bienes muebles

El Arzobispado, independientemente del convenio con el Ministerio de Fomento, ha asumido la limpieza de todos los bienes muebles del templo, entre los que se encuentran numerosos y valiosos retablos, esculturas, pinturas, decoraciones grabadas en piedra, sepulturas del siglo XIV, laudas en lápidas... También se están construyendo unos nuevos bancos para el templo y parece que solo va a quedar pendiente para una fase posterior la restauración del órgano, que es tan singular que se sitúa sobre un voladizo e –incluso– da nombre a la calle adyacente.

Las primigenias obras de restauración comenzaron hace dieciséis años y, mediante un plan director, se ha ido arreglando el exterior de la iglesia, la cubierta, la torre y la cimentación. Tras emplearse a fondo para eliminar la deformación de arcos y bóvedas (son tres tramos de crucería), ahora ha tocado tratar las grietas en muros y acabar con las humedades. La nueva Magdalena, por cierto, también estrenará pavimentación en piedra y perderá las barreras arquitectónicas.

La historia. Se cree que el oratorio de la Magdalena está en pie, al menos, desde 1118, dado que la iglesia ya aparece citada en documentos de 1126. Los historiadores consideran que la parroquia, que es tan mudéjar como barroca, se ubica donde debió existir un templo románico anterior.

Una labor minuciosa. El plan director de la iglesia de la Magdalena se redactó en el año 2000 y, desde entonces, no se ha dejado de trabajar para evitar el deterioro de tan singular edificio. Tras los trabajos de sustitución de la cubierta, la restauración de las fachadas y el arreglo de la torre, acaba de concluir el arreglo del interior del templo, que ha saneado estructuralmente todo el edificio.

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